Haces con esta película un repaso al
sistema judicial francés, asistiendo a un juicio penal en el que asombran las
tradiciones mantenidas en el vestuario por parte de todo el personal jurídico,
especialmente del juez, quien parece sacado de los tiempos de Luis XIV, bien
arropado en su capa de armiño.
Es una historia simple, de un
encuentro casual entre el juez y una de las representantes del jurado popular,
que revive un amor pasado y platónico que se convertirá en real a partir de
este momento.
Está contada con ese ritmo tan
francés, en el que parece que no pasa nada, pero acaba completándose la
narración de una historia como si fuera real, algo que nos pudiera suceder a
cualquiera de nosotros.
Emilio:
Emilio:
Dos tramas, una romántica (una antigua historia de amor que no llegó a fraguar tiene una segunda oportunidad) y una judicial (sobre la muerte violenta de un bebé) se juntan, de forma que ambas se entrelazan con cadencia y sin estridencias, bajo una dirección que sabe usar bien los recursos de ambos géneros. La única distorsión la provoca la aparición de la hija de la mujer protagonista. El papel de juez hosco lo desempeña a la perfección Fabrice Luchini.