Más de dos horas y no se me hizo larga, es una buena cosa. Empieza reflexionando sobre el papel de los museos, del arte. Esa parte es la más intrincada, la de los conceptos más abstractos. A Portabella, que sabe cómo hacer las cosas, le gusta separar el plano sonoro del visual. Mientras hablan, la cámara se distrae con otras cosas, otras imágenes, o las mismas personas que hablan en otros momentos. Después sale a la calle, a las plazas, vemos las manifestaciones del 15 M, los testimonios, los protagonistas que son ya hoy y que entonces se estaban fraguando. El nacionalismo catalán, la aparición de Podemos. Se reflexiona sobre la ciencia en el momento actual, la crisis energética. Asuntos candentes en los que la cámara de Portabella entra sin prejuicios. Es un documental que habría que volver a ver. Sólo lo proyectaban en los Verdi y no duró mucho.