Película muy curiosa en la que hay que dejarse llevar y entrar en el mundo que te plantea, una hipotética sociedad donde vivir en pareja es imprescindible, sino eres expulsado a un bosque en forma de animal, antes de ser capturado y eliminado. Frente a ese mundo oficial existe la alternativa, los ilegales, iguales de estrictos en sus normas, que defienden el vivir solitario como única forma social, te relacionas pero están prohibidos los sentimientos y el amor.
La voz en off, magnífica Rachel Weitz, va dando cuenta de la situación en la que vive el protagonista David (Colin Farrell) desde que ingresa en el hotel de los que han perdido su pareja hasta que llega a ella en el bosque.
Bien estructurada, tiene un buen guión y te va ofreciendo siempre algo nuevo que encaja en lo anterior. El final permite la polémica, las interpretaciones diferentes.
Tuvimos la mala suerte de estar al lado de dos abominables, ignorantes y parlanchinas que se preguntaban en alto qué hacían allí; esa misma pregunta me hacía yo.
Lo que opina Ana:
Guionista y director consiguen crear
un mundo apocalíptico en el que los seres humanos no tienen libre albedrío y están condenados a
convertirse en animales si no viven emparejados. Es inquietante, recuerda a los
universos de Aldous Huxley, donde siempre hay algún individuo que pretende
escapar de su destino programado. Es una película para cinéfilos, aún así la
sala estaba llena, algo malo para los que queríamos disfrutarla, nos tocaron al lado dos petardas a las que no
les gustaba, en vez de marcharse en silencio, dieron la murga hasta el final,
incluidos los títulos de crédito.
Gran trabajo actoral. Collin Farrell
borda su papel, para el que ha tenido que engordar muchos kilos, hasta el punto
de casi estar irreconocible.