domingo, 26 de abril de 2015

El maestro del agua, de Russel Crowe

No aparece siquiera comentada en El País del viernes de su estreno (24/04). Yo fui a verla por motivos profesionales antes que cinematográficos, para comprobar si era aprovechable y podía interesar a los alumnos que estudian Historia del Mundo Contemporáneo. A esta última pregunta no puedo responder, de todo se pueden sacar enseñanzas, lo que sí sé es que es una mala película (dos estrellas en Metrópoli):  caricaturesca, melodramática y de postal de viajes. Tiene todos los tics de los productos mezcla de sabores, una historia un tanto inverosímil, aunque parta de un hecho cierto, que luego para engordarla se le van añadiendo capítulos de amor, de amistad, de reencuentro familiar, cuanto más increíbles, mejor. Se condimenta con referencias históricas de urgencia, deseos de paz y fraternidad y para agitar un poco las conciencias, unos toques medio trágicos y escenas bélicas totalmente artificiales (y a cámara lenta).
Lo que opina Ana:
Mala, empalagosa, llena de lugares comunes y fotografía pastelona. Cualquier comparación con En busca del soldado Brian sería ofensiva, aunque el leitmotiv sea la búsqueda de los cuerpos de tres hermanos desaparecidos en la batalla de Galípoli, tres chicos australianos que nunca antes habían salido de su recóndita  granja. Russel Crowe no debiera haberse lanzado al mundo de la dirección, más le valía haberse quedado delante de la cámara y no querer picar en todos los campos.