Película rodada enteramente en vasco (incluso en los títulos de crédito pasan a la forma vasca nombres tan alejados de ese idioma como Charly).
Es una película con un sedimento triste. Los directores se refieren al recuerdo y al olvido, a esa constante dicotomía que forma nuestro transcurrir vital. Yo diría que es más una búsqueda de algo de amparo emocional que nos cobije. Encontrar un detalle, las flores en este caso, que abra una ventana a la comprensión y al cariño. Mostrar interés por otra persona, prestarle la suficiente atención, aunque no lo pida con palabras, y ser fiel a la memoria, porque la muerte está también muy presente.
Sensibilidad, cuidado en los encuadres, guión escueto y preciso y actrices convincentes y metidas en su papel (especialmente la madre, Tere. La sorprendente y para mi desconocida Iztiar Aizpuru).
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
La película encuentra el tono desde el
comienzo, se enhebra a través de imágenes que por sí mismas van presentando a
los protagonistas y adelantando parte de la trama sin necesidad de más
explicaciones. El tono es triste, como no podía ser de otra forma, porque la
película habla de ausencias, de sentimientos muy íntimos tendentes a la
melancolía, la soledad se reitera como
el zumbido de una mosca y cuando éste desaparece se afianza el olvido. La sigo
con gusto, pero al final me molesta que pierda el tono mágico que ha llegado a
crear y se explaye en explicaciones que pretenden aclararnos cosas
innecesarias, rompiendo con lo que había sido su leitmotiv. Buenas
interpretaciones, especialmente notable la de Itziar Aizpuru, la inconsolable
madre y detestable suegra. Leyendo los títulos de crédito uno llega a pensar
que para trabajar en esta película filmada enteramente en euskera, se debía
exigir estar en posesión de al menos ocho apellidos vascos.