Ganó el Oso de Oro en el último festival de Berlín. Es un thriller poderoso en su representación visual, pero los personajes, el protagonista es, son, poco o nada atractivos, casi desagradables. La realidad que te presentan es la de un país desorganizado en lo urbano y sucio en sus hábitos (podríamos decir que guarros cuando comen, no solo los fideos que sorben, la sandía que casi mordisquean como los cerdos), donde la policía no respeta ninguna presunción de inocencia y te suelta un mamporro a la menor. Delincuencia inexplicable, robos...(buena secuencia la de la moto).
El final es sorprendente y abierto. ¿Quién está festejando con fuegos artificiales en la azotea de una torre de pisos sin terminar y que está celebrando? La implicación última de la mujer es débil, forzada y deja sin aclarar cosas importantes. No sentí al verla que mereciera el máximo galardón de un festival de la talla del de Berlín.