sábado, 4 de febrero de 2012

J. Edgar de Clint Eastwood


Lo que opina Ana:
En esta ocasión Clint Eastwood ha echado un jarro de agua fría sobre mis expectativas, siempre voy ilusionada a sus estrenos, pero en Edgar lo único que ha conseguido es aburrirme con su largo metraje y su pulcritud. El hilo argumental resulta confuso y cansino, el maquillaje con el que se pretende pasar de los 27 a los 74 es más o menos efectivo en el caso del protagonista, pero esperpéntico en el de su leal amigo Tolson que, en vez de envejecer, lo que parece es que ha sufrido un ataque cruento de escarlatina.
Basada en hechos históricos, no es capaz de presentar una semblanza que te remueva de un personaje como Hoover que debió de ser un auténtico cabronazo y que aquí aparece escurridizo y melifluo, sin capacidad siquiera de provocar tu antipatía.
Emilio: hay personas (Ana) que se aburren viendo esta película, no es un buen síntoma. Es una película hecha por un buen profesional, que cuenta con medios suficientes y actores reconocidos, pero es una película fría. Se han discutido dos cosas, la decisión de utilizar el maquillaje (brutal en el caso del colaborador-amante de J. Edgar, Clyde Tolson), para poder visualizar los cambios físicos de los personajes en los 50 años de vida que abarca esta biografía; la otra es la visión un tanto neutral, hasta cierto punto comprensiva, de este señor, lleno de sombras, feroz anticomunista y, según algunos, hasta fascista.
Tiene, además de no sintonizar con la persona, dos problemas: los continuos saltos en el relato de los hechos, lo que no favorece su comprensión, y las referencias especificas referidas a la vida de los EE.UU, que en algún caso no sabes de qué van. Hay escenas de gran cine, como cuando J. Edgar recibe la noticia, el primero en saberlo, del asesinado de J.F. Kennedy, que se confunden tres planos, el auditivo normal, escuchando una cinta que habían ocultado en la habitación de un hotel, donde han grabado uno de los encuentros amorosos del presidente; la recreación de ese encuentro, que se hace con el siluetado de esas figuras sobre una pared, y la noticia telefónica del magnicidio. Un Clint Eastwood académico, no arrebatador.