domingo, 13 de noviembre de 2011

Habemus Papam. Dir. Nanni Moretti





Para mí, el mensaje más categórico que lanza la película es la negación de la infalibilidad del Papa; todo el discurrir de la historia desde el nombramiento del cardenal Melville (Michel Piccoli) como Sumo Pontífice es la plasmación de la duda sobre la elección "divina" recibida. Como un hombre cualquiera; ese es el mensaje que Jordi Costa califica de "humanista" en la crítica que hace a la película. Ahora bien, los cardenales aparecen como unos buenos hombres, ya ancianos algunos, con sus achaques, sus pequeñas vanidades, sus excentricidades, pero son como corderitos que necesitan un pastor. Moretti, en algunas ocasiones con excelentes imágenes y encuadres, las del cónclave, por ejemplo, con sorna casi siempre, el partido de boleibol entre los cardenales agrupados por continentes, el Papa falso, son momentos divertidos, y con algún exceso, el deambular del Papa por Roma, huido del Vaticano, se hace un poco largo para acabar como acaba, pierde una ocasión inmejorable para retratar lo ancestral, retrograda y poderosa que es la institución vaticana. Pasas un buen rato, eso no hay que negarlo.




Lo que opina Ana:


Modera Moretti su mirada crítica e inventa una trama vaticana muy suave. Nos cuenta el ataque de pánico que sufre el recién elegido nuevo pontífice, al sentirse incapaz de asumir sus responsabilidades. Con este argumento se adentra en los palacios papales y nos lleva a convivir con toda la curia cardenalicia allí encerrada, formada por un conjunto de ingenuos y amorosos viejetes, nada intrigantes. El mismo Moretti se colará dentro para dar vida al personaje de un afamado psicoanalista llamado a auxiliar a su Santidad sin conseguirlo. Es un humor ligero, como también es ligero el resto del contenido de la película,en la que no hay grandes disquisiciones morales. Michel Piccoli se impone en su papel del nuevo Papa, pasea su inseguridad por las calles de Roma, pero no conmueve a nadie porque la historia que nos cuenta tampoco lo hace. Un divertimento sin más consecuencias.