
Tienen fama los hermanos Dardenne de incomodar al espectador con sus películas, de mostrar, sin ocultar los aspectos más desagradables, la situación social a la que ha llegado Europa; en bastantes ocasiones son jóvenes los protagonistas. La historia que cuentan, que obtuvo el Gran Premio del Jurado del último festival de Cannes, parte de los mismos presupuestos: un hijo que necesita desesperadamente a su padre y éste prescinde de él. Lo raro, en la vida real, y en las películas de los Dardenne, es que aparezca una ser angelical que rescate a estos desvalidos en su caída inexorable al pozo, y aquí si está. No es un rescate fácil, tiene peligros y desvanecimientos. Se muestran en la película y Cyril, el niño, tiene que pagar por ello, pero sale adelante, tal vez porque los cineastas han querido que el mito del buen salvaje roussoniano no encuentre en la sociedad solo elementos que lo corrompan, sino que lo salven. La película está rodada e interpretada con solvencia y contención.
Lo que opina Ana:
Bonita historia de reinserción social, la de un chico abocado si no al abismo. Los hermanos Dardenne consiguen su película más luminosa, contagiándose por la luz del verano. Marcan un ritmo naturalista sin cargar las tintas, huyendo de las fatalidades del destino y dando una oportunidad de salvación a su protagonista.