
Comparada con Vicky, Cristina, Barcelona estamos ante una obra maestra. Desde luego es una película más sentida; aquélla parecía una obra de encargo, concluida de mala manera.
Los planos históricos, como las capas de una cebolla, van sucediéndose de forma natural, trayendo a nuestros ojos personajes célebres que hicieron de París su ciudad y al mismo tiempo, convirtieron París en la ciudad. Los años veinte, con una importante representación española, la Belle Epoque, a fines del siglo XIX, con el mundo efervescente de la pintura en torno al impresionismo, y el momento actual, encarnado por esa primera dama elegante y sofisticada, Carla Bruni. El protagonista, un americano aspirante a escritor, es el elegido para conducirnos en este viaje histórico-urbano, muy bien ambientado en sus salones literarios, sus bares , sus fiestas. Esa galería de personajes es tan reconocible que Woody Allen hace una labor pedagógica, acercándoselos al gran público. Por eso en España la película ha alcanzado el primer lugar en espectadores. De la etapa del siglo XXI suelta alguna perla sobre el Tea Party y los americanos de Bush.
Al final triunfa el amor romántico, y París bajo la lluvia se convierte en el marco perfecto.
Lo que opina Ana:
Owen Wilson se convierte en el alter ego de Woody Allen, le da la réplica de tal manera que ves al viejo director actuando a través de él, convertido de nuevo en un joven soñador.
Es una comedia optimista, entrañable, que parte del principio de que todo tiempo pasado fue mejor, pero concluye aceptando lo bueno del presente, cada tiempo tiene algo de maravilloso y puede llegar a convertirse en modélico para los que lleguen detrás. Es un canto a París y un homenaje a su vida cultural. Sigue la estela de hacer del cine una fábrica de ensueños, como ocurría en "La rosa púrpura del Cairo". Sales contento, con una gran sonrisa en los labios y eso es muy de agradecer.
Lo que opina Ana:
Owen Wilson se convierte en el alter ego de Woody Allen, le da la réplica de tal manera que ves al viejo director actuando a través de él, convertido de nuevo en un joven soñador.
Es una comedia optimista, entrañable, que parte del principio de que todo tiempo pasado fue mejor, pero concluye aceptando lo bueno del presente, cada tiempo tiene algo de maravilloso y puede llegar a convertirse en modélico para los que lleguen detrás. Es un canto a París y un homenaje a su vida cultural. Sigue la estela de hacer del cine una fábrica de ensueños, como ocurría en "La rosa púrpura del Cairo". Sales contento, con una gran sonrisa en los labios y eso es muy de agradecer.