viernes, 3 de junio de 2011

El extraño caso de Angélica. Dir. Manoel de Oliveira



Entré en el cine con un poco de prevención, porque la última que vi de este director "Una película hablada" me pareció insoportable. Las buenas críticas me animaron, y me gustó. No me importan las divagaciones filosófico-metafísicas, ni siquiera la propia historia central, ese amor "fou" entre un fotógrafo y la joven muerta a la que retrata; me interesó mucho más la forma de narrar la historia. Por ejemplo, el comienzo. Con el fondo de un piano maravilloso tocado por María Joao Pires, un plano general nocturno de Oporto al lado del río, una noche lluviosa y un plano secuencia complejo, de larga duración, seguido de la entrada en escena del fotógrofo y su viaje a la Quinta donde yace la mujer. Una rara perfección poética domina todo este inicio, que se rompe, a mi entender, cuando se produce el hechizo de la sonrisa de la fenecida. Junto a esto me gusta la recreación de ambientes y, como si fuera un etnógrafo, el reportaje sobre los sachadores de vid. Estoy de acuerdo con Jordi Costa cuando afirma que es una película excepcionalmente rica, pero por los detalles, por lo que rodea a la historia principal.

Lo que opina Ana:
El arranque de la película es magnífico, evocador, cargado de posibilidades, pero cuando Angélica sonríe a la cámara se rompe el hechizo y comienza una nueva película mucho menos interesante.
Lo que más me gustó es la capacidad de recrear una atmósfera lejana, de transportar al espectador a un mundo desaparecido, pero aún reconocible para los que nacimos a caballo entre un tiempo en extinción y la nueva era tecnológica. Para mí fue como si le hubiera pegado un mordisco a la magdalena de Proust y hubiera regresado mágicamente a la infancia y la estuviera contemplando desde fuera, asistiendo a una representación teatral. El ambiente de la casa de huéspedes, el estudio etnográfico de los trabajadores de las viñas del Duero con sus cánticos, la casa solariega con su velatorio, la lluvia menuda y pertinaz, la fotografía desvaída, todo hacía pensar en un mundo muy lejano, destripador de nostalgias, de saudades en este caso. También reconocí algo del universo de Buñuel en los personajes y en las tomas, hasta en los colores.
Ya que es una coproducción en la que participa España, esta vez Manoel de Oliveira hace algunos guiños a nuestro país, citando a Ortega y Gasset, o refiriéndose a las meigas (haberlas, haylas), además de elegir a pilar López de Ayala para el papel de Angélica.