
La salas Golem se están especializando en un cine duro, poco contemplativo. Esta película de uno de los directores de Dogma es normal desde el punto de vista narrativo, es decir, no contiene propuestas vanguardistas llamativas,simplemente en un momento la historia de un hermano se para y vuelve para atrás el tiempo, para coger al otro hermano, hasta hacerles coincidir.
Todos o casi todos los personajes están más allá de la línea de nuestras vidas. Su existencia está al límite de la supervivencia, física y psíquica. Su drama comienza de niños y se arrastra luego para siempre. Traumas irreversibles. El ambiente es frío, tanto meteorológico, como emocional. Da escalofríos ver a esa gente caminar por las calles siempre grises de esa ciudad nórdica. Nada de alegría, ni el sol, porque no se ve. A pesar de todo, la película no nos deja hundidos en la miseria, un rayo de esperanza se abre y deseamos que la vida les dé una oportunidad a esas personas.
Cine minoritario y eso a pesar de que, como escribe Jordi Costa, es una película "más que notable".