
A pesar del interés por ver a dos españoles en plantel, uno como director de fotografía (Eduard Grau, al que no vi en los títulos de crédito) y otro como actor de reparto (Jon Kortajarena), y que el compositor habitual de Wong Kar Wai colabore, esta película se queda en un intento a través de la contención y de la estética de dar salida a una dolorosa experiencia de pérdida sentimental. La comparación con el director honkonés es insidiosa. El arrebato estético de Wong Kar Wai suscita emoción, aquí gracias a Colin Firth, sino nos habríamos desenganchado casi desde el principio, con esa toma tan estéticamente forzada de un coche volcado en la nieve impoluta y una persona colocada casi con esmero debajo de él. Mucha esteticismo para comenzar, mucha pose.
Lo que opina Ana:
Lo que más me ha gustado de esta película es su cuidadísima ambientación, al estilo de la aplaudida serie de televisión "Mad-men". Uno se recrea con el vestuario, la casa y todos los detalles ¡qué decir de los cigarrillos de color violeta que se fuman Colin Firth y Julianne Moore! Es un canto a la estética, todo es bello en la apariencia aunque se esconda detrás un drama. Nos paseamos por un mundo gay culto y refinado, poblado de bellos apolos, entre los que destaca la breve aparición de Jon Kortajarena como exaltación de la belleza masculina. La dirección de fotografía es de Eduard Grau, un joven catalán que ha entrado con esta película en Hollywood. Las mujeres tienen poco protagonismo pero Julianne Moore se come la pantalla cuando le toca el turno.