
¿Qué hubiera pasado, se preguntaba Javier Ocaña, (El País, 31 de julio) si toda la película fuera como la primera parte? Pues no lo sabemos, pero no lo es. Los diez o quince minutos en los que de forma sintética nos presentan la historia de Carl, empezando de niño, hasta que su graciosa compañera y futura esposa lo deja solo en su casa, rodeado de tiburones inmobiliarios, son un prodigio. Pero luego, poco a poco, se pierde el impulso y se cae en la vulgaridad. Es bastante peor que otras películas de animación que he visto ultimamente: Ponyo en la orilla; Los mundos de Coraline; incluso la anterior de Pixar, Wall-E. Técnicamente es perfecta, pero no tiene la chispa, la genialidad de estas otras, tal vez buscando más público. Peor para el cine bueno
Lo que opina Ana:
No puede arrancar mejor, la presentación es magnífica, el resumen de la historia de amor entre el protagonista y su mujer, emotivo y bello; pero a partir de que ella desaparece y entramos en la aventura actual, la película pierde fuerza, se perfila para un público más infantil y no llega ya nunca a la hondura de su prólogo; te deja la impresión de haberse desperdiciado parte del talento que llega a demostrar este equipo de animadores; aún así, se ve con agrado.
Lo que opina Ana:
No puede arrancar mejor, la presentación es magnífica, el resumen de la historia de amor entre el protagonista y su mujer, emotivo y bello; pero a partir de que ella desaparece y entramos en la aventura actual, la película pierde fuerza, se perfila para un público más infantil y no llega ya nunca a la hondura de su prólogo; te deja la impresión de haberse desperdiciado parte del talento que llega a demostrar este equipo de animadores; aún así, se ve con agrado.