
Una película de 1985, rodada hace 25 años y sin envejecer. Una mezcla entre literatura, cine y teatro; vida y sueños; pasado y presente. Y lo más curioso e interesante: preservando la filosofía oriental, sin imponer la visión occidental del director (Paul Schrader). Una joya del cine libre, arriesgado, que no piensa en el espectador, sino que va a la búsqueda de la esencia del personaje retratado, haciéndolo con la mayor cercanía y proximidad posible en algo tan difícil de plasmar como la muerte como culminación de la vida.
Lo que opina Ana:
Los cines Verdi reponían este clásico de Paul Schrader (la que para él es su mejor película) y decidimos ir a verla. Con un guión muy sólido va presentando el último día de la vida de Mishima, todo el ritual con el que prepara su muerte, fundiéndolo con fragmentos de su producción literaria y con flash backs que nos explican mínimamente la forja de su personalidad desde una infancia junto a una abuela clasista y anclada en el Japón Tokugawa, hasta su consagración como autor de masas. Se mezclan hábilmente ficción y realidad, lo que más me gustó fueron precisamente los montajes teatralizados de sus fragmentos literarios.