
Nos invitó Radio 3 el miérocoles 18. El director nos saludó y nos dejó verla, para luego charlar al final.
En esa semana no estrenaron nada especialmente recomendable. Caos Calmo estaba puntuada en ON Madrid con dos estrellas (cuatro en Metrópolis), igual que "Wonderful Town", "Margot y la boda"(la última de Nicole Kidman) y "La Princesa de Nebaska" (la última de Wayne Wang). Es esa situación, cuando las críticas no dicen nada bueno ni nada malo (me refiero a las de "El País"), ir al cine es un riesgo. Aciertas, por ejemplo con la que aquí comentamos; fracasas, lo que ocurrió con Wonderful Town, y decides que ahí se acaba la experimentación, las otras dos no las ves.
El pobre director, Antonello Grimaldi, está tapado por la figura todopoderosa de Nanni Moretti. No hay que quitarle mérito, como hicimos inconscientemente, dejándolo solo al final. La desbandada fue casi total. Da vergüenza hacerlo, te queda mal cuerpo, como de culpa, de haber despreciado a alguien.
La película realmente no comienza hasta que la niña empieza el curso escolar. Los prolegómenos explicativos son un poco bruscos: salvan a dos bañistas, vuelven a casa y se encuentran con que una señora se ha caído y se ha matado, rodeada de rajas de sandía. Un poco artificial todo eso. Una vez situados en la plaza del colegio de la niña, la película circula, se pone en movimiento, como un vodevil. Hay un personaje permanentemente en el escenario, del que salen y entran otras personas, que atraídos como un polo magnético por el fijo, se relacionan y dan lugar a nuevas perspectivas y situaciones dramáticas.
No es difícil aceptar que el padre deja de trabajar en la oficina, se pasa seis u ocho horas allí, come, charla, pasea y recibe. Lo que peor funciona es cuando este personaje sale del escenario, cuando se desplaza a otros exteriores. Como lo asocias tanto a ese espacio, parece que fuera pierde pie. Bueno, la escena de sexo, todavía me estoy preguntando qué pinta; con un recorrido anterior tan casto, honesto y puritano, no se puede llegar a ese climax desde la nada.
Por lo tanto, película honesta, no tiene trampas sentimentaloides, que acaba dando una salida física al callejón sin salida en el que se había metido: volver a la oficina, pero siendo otro. A Polanski no lo reconocí, Ana sí.
Lo que opina Ana:
Lo que empieza con un tufillo a horterada latina, enseguida se enmienda y toma unos derroteros muy diferentes. La muerte se adentra con un zarpazo en la vida de los protagonistas transformándola por completo, el viudo dedicará su tiempo a estar junto a su hijita, abandona su trabajo y sienta su cuartel junto al colegio de la niña, su extravagancia llamará la atención de todos, lo convertirá en un imán para conocidos y extraños que buscan su consejo, o que unicamente quieren ser escuchados. La historia se convierte así en un cuento, en una moderna fábula, que recreará un mundo de ensueño para conceder al final un único y posible deseo, el de regresar a la realidad, para poder vivir una vida como la de los demás.
Antonio Grimaldi, el director, estuvo en la sala, hizo una mínima presentación y dijo que tendría más sentido charlar después de haber visto su película; cuando llegó el momento era ya muy tarde y no parecía quedar aforo para entablar ese diálogo.