lunes, 30 de junio de 2008

Los cronocrímenes


Es un juego, tal vez por eso, de una manera insólita, la hoja explicativa del cine no explica nada de la película, sólo del juego de la película. La primera vez que lo veo.

En general ha recibido buenas críticas, excepto Teófilo Necrófilo, que sólo le da un cuatro y dice que le ha defraudado, que tiene muchas lagunas y que el director actúa mal.

Jordi Costa en "El País" termina afirmando que, antes de fijarse en sus múltiples lecturas entre la metaficción y la metáfora psicoanalítica (estaría bien comentarla con un filósofo), lo mejor era rendirse a su rara inteligencia, y en ON Madrid, Marcos Rebollo le da cuatro estrellas y sentencia que acabará como pieza de culto.

Por lo tanto, sujeta a múltiples lecturas por su rareza. Yo creo que está bien construida, pero que el inicio de la clonación falta (es importante saber qué pasó para que el primer Héctor se metiera en esa cazuela del tiempo, ¿quién lo perseguía?; porque al segundo Héctor lo sabemos: el primer Héctor). Y el final, ¿se reproducirán infinitamente los Héctor? Juegos.
Lo que opina Ana:
A esta película le ha costado mucho llegar a ver la luz en las salas españolas, ha tenido que esperar a conseguir el espaldarazo de algún que otro premio en el circuito de los festivales internacionales, para que los distribuidores se atrevieran con ella. Es algo inexplicable porque supera con creces a muchas de las producciones nacionales que se distribuyen sin ninguna pega; ya se sabe que esto es una industria y que debe resultar rentable, pero también es cierto que en muchas ocasiones lo que consigue vender es la campaña promocional...
Pocos medios, un buen guión, una historia inquietante que a mí me mantuvo en tensión, una ciencia ficción creíble y con muchas posibles lecturas, caminos sin cerrar, una buena interpretación, salvo en el caso del propio director, Nacho Vigalondo, que debería haberse quedado detrás de la cámara, dejando que otros dieran vida a sus personajes; en fin, una película nada desdeñable y digna de tener en cuenta.

Caos Calmo


Nos invitó Radio 3 el miérocoles 18. El director nos saludó y nos dejó verla, para luego charlar al final.

En esa semana no estrenaron nada especialmente recomendable. Caos Calmo estaba puntuada en ON Madrid con dos estrellas (cuatro en Metrópolis), igual que "Wonderful Town", "Margot y la boda"(la última de Nicole Kidman) y "La Princesa de Nebaska" (la última de Wayne Wang). Es esa situación, cuando las críticas no dicen nada bueno ni nada malo (me refiero a las de "El País"), ir al cine es un riesgo. Aciertas, por ejemplo con la que aquí comentamos; fracasas, lo que ocurrió con Wonderful Town, y decides que ahí se acaba la experimentación, las otras dos no las ves.

El pobre director, Antonello Grimaldi, está tapado por la figura todopoderosa de Nanni Moretti. No hay que quitarle mérito, como hicimos inconscientemente, dejándolo solo al final. La desbandada fue casi total. Da vergüenza hacerlo, te queda mal cuerpo, como de culpa, de haber despreciado a alguien.

La película realmente no comienza hasta que la niña empieza el curso escolar. Los prolegómenos explicativos son un poco bruscos: salvan a dos bañistas, vuelven a casa y se encuentran con que una señora se ha caído y se ha matado, rodeada de rajas de sandía. Un poco artificial todo eso. Una vez situados en la plaza del colegio de la niña, la película circula, se pone en movimiento, como un vodevil. Hay un personaje permanentemente en el escenario, del que salen y entran otras personas, que atraídos como un polo magnético por el fijo, se relacionan y dan lugar a nuevas perspectivas y situaciones dramáticas.

No es difícil aceptar que el padre deja de trabajar en la oficina, se pasa seis u ocho horas allí, come, charla, pasea y recibe. Lo que peor funciona es cuando este personaje sale del escenario, cuando se desplaza a otros exteriores. Como lo asocias tanto a ese espacio, parece que fuera pierde pie. Bueno, la escena de sexo, todavía me estoy preguntando qué pinta; con un recorrido anterior tan casto, honesto y puritano, no se puede llegar a ese climax desde la nada.

Por lo tanto, película honesta, no tiene trampas sentimentaloides, que acaba dando una salida física al callejón sin salida en el que se había metido: volver a la oficina, pero siendo otro. A Polanski no lo reconocí, Ana sí.
Lo que opina Ana:
Lo que empieza con un tufillo a horterada latina, enseguida se enmienda y toma unos derroteros muy diferentes. La muerte se adentra con un zarpazo en la vida de los protagonistas transformándola por completo, el viudo dedicará su tiempo a estar junto a su hijita, abandona su trabajo y sienta su cuartel junto al colegio de la niña, su extravagancia llamará la atención de todos, lo convertirá en un imán para conocidos y extraños que buscan su consejo, o que unicamente quieren ser escuchados. La historia se convierte así en un cuento, en una moderna fábula, que recreará un mundo de ensueño para conceder al final un único y posible deseo, el de regresar a la realidad, para poder vivir una vida como la de los demás.
Antonio Grimaldi, el director, estuvo en la sala, hizo una mínima presentación y dijo que tendría más sentido charlar después de haber visto su película; cuando llegó el momento era ya muy tarde y no parecía quedar aforo para entablar ese diálogo.

miércoles, 18 de junio de 2008

La ronda de noche


Como sabía que era una película rara, me fue yo solo, mientras Ana veía "Aritmética Emocional". Entré antes y salí después que ella, y no se me hizo larga. Eso es lo mejor que se puede decir.

Es una película especial, teatral, verborreica y un poco pretenciosa. Rembrandt es el personaje absoluto, en todos los planos está. Aparece como un hombre listo, hablador y de verbo punzante. Le gusta solazarse con su mujer, Saskia, a la que es fiel. Vive bien, en su casa hay mucho servicio, muchas mujeres con las que trata temas cotidianos, sexo incluido, con toda normalidad. Su casa, los ambientes burgueses holandeses, las relaciones comerciales y profesionales están muy bien retratadas. Choca que tengas que ver un armatoste de cama casi como escenario único durante mucho tiempo, pero será para destacar lo que le importaba el sexo a Rembrandt.

La otra parte importante de la estructura de la película es el cuadro. Aquí es donde más arriesga el director, Greenaway. Desarrolla una hipótesis interesante, de la que no puedo dar noticia más que de su idea principal, porque me perdí en la maraña de personajes. Rembrandt acusa a los protagonistas del cuadro de haber cometido un asesinato. Las razones son la búsqueda del poder, la lucha comercial y política y la relación homoxesual del protagonista, Coq. Si fuera cierta, sería un bombazo. Además no se queda aquí, la chica del vestido blanco que cruza el cuadro, denuncia a su padre, clérigo, que tiene un orfanato convertido en un prostíbulo. Otro trayazo.

Muerta Saskia, R. pierde un poco el control de la situación, pero sigue apareciendo orgulloso. Por cierto, se le admira tomando bocetos, pero no pintando. No usa el cuadro de frente con Rembrandt pincel en mano.

El edificio Yacobián


Sobre esta película estaba el atractivo de volver a El Cairo, de volver a Egipto. Ahora ya no se nos olvidará el edificio Yacobián, en la calle Suleimán Pachá. Seguramente pasamos por allí; Ana dice que la estatua de ese señor con el gorrito cónico le sonaba. No sé. Sí reconocimos inmediatamente los dos el maravilloso hotel donde nos alojamos: El Semiramis. Primero sale la entrada y luego el restaurante, donde nosotros disfrutamos el magnífico buffet.

Bueno, la película. Tal vez se note que el director es primerizo en que todas las historias las quiere dejar bien claritas, no es partidario del suspense discursivo. De todas formas, la mayor pega que yo le veo, que seguramente así se lo marca la novela en la que está basada, es que la denuncia social que hace, y que afecta a todos los grupos sociales, acabe dramáticamente, violentamente a veces, en todas las historias. La denuncia tiene que quedar, como decía antes, bien clarita: la vida es muy dura y acaba en un pozo. El país es una cloaca. Desde luego, valentía sí que tiene. ¿Servirá de algo este aldabonazo en la realidad social y política egipcia? Puede ser que aclare conciencias y decida opciones. También se compromete en la defensa de las mujeres, que son las más explotadas. El final "rosado" no te quita el amargo sabor de boca.

Pocas películas egipcias llegan a la cartelera, ésta, aunque tenga defectos, es un testimonio perfecto para descubrir cosas que cuando estuvimos allí, nuestros ojos de turista no percibían, y si lo veías, te parecía algo tan inmutable que los egipcios siempre iban a estar condenados a sufrir el despotismo de un sistema corrupto y explotador. Porque se ve claramente, hay egipcios, no muchos me temo, que viven maravillosamente, llenos de dinero, coches, mujeres y esclavos modernos. La religión no se lo impide.
Lo que opina Ana:
La película te lleva a un Egipto no turístico, para adentrarse en algunos aspectos de la vida del Cairo, a través de un microcosmos formado por los habitantes de un edificio decadente que fue señorial a comienzos del s. XX, cuando Egipto era más cosmopolita y occidental. Rezuma la película melancolía por ese tiempo perdido del que casi no quedan resquicios o están a punto de desaparecer, se concentran en ella en uno de sus personajes protagonistas, el del gentleman que ve desvanecerse su concepción del mundo, una manera de vivir que tiene los días contados, pero que él no se resigna a perder. Frente a la suya, se abren otras visiones, la de los nuevos ricos y los políticos sin escrúpulos, la del pueblo explotado que se debate entre el integrismo, el inconformismo o la aceptación de su destino; también hay un capítulo dedicado a la homosexualidad. Son muchas las historias y el director las quiere redondear tanto, dejarlas tan cerradas, que se le escapan y pierden frescura.
Es una mirada triste. El guión de la película es una adaptación de una novela con problemas de censura aunque un enorme éxito. Reconocí con facilidad el aspecto decadente de la ciudad "europea" en la que hoy, sus antiguamente hermosos edificios, se muestran sucios y abandonados. Sin embargo, me chocó la presentación del Cairo como una ciudad bastante tranquila, si algo precisamente la caracteriza, es su constante bullicio, en ella todo es movimiento y prisa; aquí esto no se veía, quizás por tener el director una intención más intimista.

domingo, 8 de junio de 2008

Aritmética emocional




El 7º vício nos invitó a última hora y Ana no pudo venir. Si llegó Susan Sarandon, estupenda. Tolentino se dio cuenta de que era mejor dejarle hablar a ella. Nos contó que nunca había andado tanto en un aeropuerto como en la T4; que había comido más en dos días que en dos semanas; que le había gustado mucho hacer la película, que representa la lucha por salir adelante y asumir tu historia pasada; que prometía volver y estar más tiempo en España, pero que ahora, en ese momento, tenía que acompañar a su hijo en un partido transcendental de beisbol. Elegante, respetuosa, cálida.

La película la tiene a ella, a Max von Sydow,los otros personajes actúan en función de ellos dos. Es muy difícil realizar algo tan ambicioso, y creo que no lo consiguen. Se notan muchos los excesos: una cámara demasiado presente y gobernanta, unos tonos muy fuertes, excesivamente bonitos, y sobre todo unos flash-backs de principiante. Entonces queda la interpretación, en los actores recae todo, porque el director no encuentra el tono apropiado. Han escrito (en ON Madrid) que Susan Sarandon exagera. ¿Qué puede hacer? Es muy difícil combinar risa, llanto, drama, comedia y tragedia y para hacerlo bien se necesita una mano maestra. Al director le falta esa genialidad de encontrar lo justo, combinarlo y entregárnoslo.

Una película más sobre el exterminio. No pasará a la historia del cine, pero nos da a conocer la exitencia de este campo de tránsito cerca de París, Drancy, una etapa más de la ignominia humana. La última referencia a Don Quijote, ¿cómo interpretarla?
Lo que opina Ana:
Tendría que haber estado en el estreno al que asistió Susan Sarandon, pero la graduación de los alumnos del instituto me lo impidió, así que la he visto sola y sin el glamour de estar con una de sus estrellas; sin duda son los actores, especialmente Max Von Sidow, los que permiten ver la película.
El director consigue su propósito de presentarnos a unos personajes víctimas de su pasado, incapaces de defenderse de él, por lo que han hipotecado sus vidas y las de los que conviven con ellos, es una realidad incómoda la que vemos, por ello resulta empalagoso el paisaje tan de postal e innecesario, los continuos y edulcorados saltos a un pasado en blanco y negro; no aportan nada a la historia, podríamos entenderla sin ellos.

La niebla


No me suelen gustar estas películas de terror, pero como estaba en un cine de versión original y las críticas no estaban mal y Ana tenía interés, pues fuimos. La película está bien planteada, desde el principio sientes los contornos de lo inesperado.

La explicación del desastre, de la irrupción violenta y total de una realidad sobrenatural, es un poco pedrestre, muy simple y elemental, pero da igual, no hace falta una sesuda tesis, lo que queremos ver es cómo van a ser las cosas en esa nueva situación. Lo que pasa fuera del supermercado es secundario, la aparición de esa galería de monstruos "híbridos de pulpo y alucinación surrealista" como escribe Jordi Costa en El País, es también de menos relevancia que las reacciones de los que están encerrados, invadidos de miedo, y algunos de fanatismo, mandados por esa metáfora de rouco femenina (la señora Carmody; Marcia Gay Harden). Te imaginas el poder de la palabra desatada e irracional con raíces religiosas y el mal que ha hecho en la historia de la humanidad.

Ahora bien, el final es, hablando claro, una mierda con mayúsculas. El mismo ejército que desata la catastrofe es el que viene a salvarnos, cuando ya es deamasiado tarde y hemos hecho el mayor sacrificio posible, nos hemos quedados solos porque hemos cumplido lo que nos han pedido: acabar con la vida de nuestros seres queridos antes de que unos mostruos sanguinarios lo hagan. Y en esto apareció Bush y su ejército. Una mierda con mayúsculas, sí señor.
Lo que opina Ana:
La película logra su objetivo de inquietar y asustar, pero se queda en eso. Uno se revuelve en la butaca y tiene que taparse los ojos en muchos momentos, la tensión dramática crece, el comportamiento del grupo ante el terror al que está siendo sometido está bien medido, pero todo lo que escapa de la acción central del encierro del grupo en el supermercado deja mucho que desear, una vez que se sale del encierro la película deja de tener interés y se resuelve mal, para Emilio muy mal, salió indignado con la moralina final.

Casual Day


Empieza como si fuera una serie de televisión, con unas imágenes difusas y unas líneas de diseño horizontales y verticales. La primera secuencia es un vis a vis, un ejercicio de interpretación a palo seco, te deja un poco descolocado. Se comprende cuando va desarrollándose la película, es como el preámbulo, la nota introductoria, que en cine es raro su uso, más normal en literatura.

Una vez que empieza el Casual Day todo está perfectamente encajado, cada personaje en su sitio y con su discurso. Cada uno ocupando su lugar en este mosaico de ruindades. Algo de esto, espero que no todo, tiene que latir en las relaciones de empresa. Ahora, a partir de ver esta película, me fijo más en las conversaciones que mencionan "mi jefe", "mi mesa de trabajo", "mi compañero tal o cual", "nos han cambiado de sede", nos han movido a todos de sitio"...Este mundo, que desconozco, parece terrible. Es como lo que decía Lumet cuando comentaba la naturaleza de los personajes de su última película: "Antes de que el diablo...": son todos malos, decía, no te puedes identificar ni encariñar con ninguno. En este día especial, por encima de todos está el capo, un poco tonto, pero mandando, sobresaliente Juan Diego en el papel de José Antonio.
Lo que opina Ana:
El título responde al de una técnica de motivación empresarial muy americana, consistente en sacar a los ejecutivos de su ámbito de trabajo y llevarlos a una reunión informal fuera de la ciudad, en un entorno bucólico donde un grupo de psicólogos les aplicarán terapias para incentivar sus rendimientos laborales. Durante ese tiempo todo debe analizarse desde una perspectiva diferente, más humana, hay que tratar de solucionar los conflictos personales que puedan limitar o entorpecer los rendimientos empresariales. Aunque todo es tan informal y se respira un aparente buen "rollo", la realidad es que las estratificaciones que existen en la empresa no desaparecen nunca, es imposible romperlas, los jefes siguen siéndolo y sus subordinados deben agachar la cabeza.
La película es dura, las relaciones son opresivas, rezuma machismo por todas sus esquinas y uno piensa que si eso es el emundo de la empresa, ¡qué gusto no estar en él! Hay que destacar el trabajo de Juan Diego que, como siempre, está extraordinario y el de Luis Tosar, ambos resultan asquerosos y, desgraciadamente, muy creíbles.