Tras la decepcionante “Mula”, Clint
Eastwood vuelve a filmar una gran película. Basada en hechos reales, la
colocación de una bomba en el Centennial Park de Atlanta durante las Olimpiadas
de 1996, bomba que fue alertada por un guardia de seguridad que se convierte en
héroe y poco después en villano, como consecuencia de las acciones negligentes
del FBI y el comportamiento incendiario de la prensa sensacionalista. Eastwood
rueda con maestría un buen guión, y se rodea de un trío de ases para dar vida a
los protagonistas, Paul Walter Hauser en el papel de Richar Jewell, Kathy Bates
en el de la madre, Sam Rockell dando vida al abogado defensor y junto a ellos
otro gran cartel de secundarios. 131’ de metraje que se pasan sin que perdamos
ni un solo segundo el interés por lo que estamos viendo. ¡Qué continúe la racha
de grandes películas con la que se ha estrenado la cartelera del 2020!
Emilio: Otro personaje anónimo convertido en un héroe, y al poco hundido en la miseria. Estos tipos le gustan a Clint Eastwood. Hay algunos momentos melodramáticos típicos de este director, pero están controlados, no perturban el buen pulso, la buena dirección, el buen hacer.
CALIFICACIÓN: cuatro estrellas (en Metrópoli, igual)