Película intimista que escarba el alma
de las protagonistas y lo hace sin ruido, con una enorme delicadeza y colocando
la cámara en un espacio pequeño, marcando las cercanías y las distancias, la
pena y la alegría, con encuadres
atrevidos que recuerdan a “La soledad” de Rosales. Es una historia menor, en la
que no suceden grandes cosas pero que
retrata los sentimientos gracias a un magnífico trabajo interpretativo de Lola
Dueñas y Anna Castillo. Gran debut de su directora en el largometraje.