Demasiado pretenciosa, quiere ser un
documental sobre la naturaleza vasca, marcar el ritmo del agua al caer y correr
hacia el mar mientras nos muestra los animales que se esconden en el bosque,
cercanos a los humanos, su amenaza. La vertebra en torno a Khalil, el joven
magrebí que se busca la vida en esa sociedad en la que se ha criado y de la que
conoce el idioma, pasa del euskera al español y al árabe sin problemas, pero
para muchos sigue siendo un marginal con poco futuro. Sugiere demasiadas cosas
que no llega a contar con ritmo, se hace pesada.