En Metrópoli le dan cinco estrellas, a Boyero le aburrió y a algunos espectadores les hizo reír (estarían colocados). Parece el testamento espiritual de Scorsese: la fe, las dudas de la fe, la imposición de una doctrina, el martirio, la salvación. La verdad. El protagonista, el padre jesuita Sebastian Rodrigues, sufre el acoso de la permanente interrogación, dolorosa, sobre lo que le pide su doctrina y lo que él da. ¿Mantiene su fe? ¿Se ha rendido? ¿Ha comprendido que por una religión no se puede sacrificar a las personas? Al final Scorsese dedica la película a los cristianos japoneses y a los sacerdotes. No es para aburrirse. Hay que mirar más allá de las imágenes. No me gustó que los jesuitas hablaran en inglés, me descolocaba. Deberían haberlo hecho en portugués.
Lo que opina Ana:
Peca de un metraje excesivo, pero lo compensa con la dirección artística, la fotografía, la perfecta recreación de un pasado feroz al que asistimos conmovidos. El inglés no suena bien en esta ocasión, habría valido la pena el esfuerzo de haberla rodado en portugués. Hay una continúa reflexión sobre el hecho religioso, el poder, las razones de estado, la opresión y la miseria.
Lo que opina Ana:
Peca de un metraje excesivo, pero lo compensa con la dirección artística, la fotografía, la perfecta recreación de un pasado feroz al que asistimos conmovidos. El inglés no suena bien en esta ocasión, habría valido la pena el esfuerzo de haberla rodado en portugués. Hay una continúa reflexión sobre el hecho religioso, el poder, las razones de estado, la opresión y la miseria.