En la segunda mitad de agosto, C. Boyero hacía la crítica de la película, elogiando el tono y la actuación de sus actores, especialmente la de Philip Seymour Hoffman. A mi, que he tardado bastante en verla, fuera de la música, sobre todo el Opus 31 en Do sostenido de Beethoven, lo demás me parece sobreactuación. Conflictos por todas partes y en todas direcciones. Ganas de complicar las cosas, muchas veces de forma artificial. Nos queda N. York, de la que abundan las imágenes invernales. Son un poco postalonas, pero merecen la pena.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Cuenta
con un gran cuarteto de intérpretes, eso y la maravillosa música que escuchamos dan sentido a la película que,
sin embargo, hace aguas en cuanto se refiere a su tensión dramática. El
director se empeña en no dejar cabo suelto, en enredar a los personajes en una
telaraña sin sentido, que llega a hacer grotesca la historia. Otra cosa que me pareció penosa es que parece que
para interpretar esa maravillosa música hay que estar padeciendo cada segundo,
los actores tienen cara de estar estreñidos , algo que afortunadamente me
desmintió el espectáculo “Pagagnini”que unos días después disfruté en el
teatro, escuchando a Ara Malikian y a Illana, quienes desacralizaban la música
clásica con gran virtuosismo