Película premiada en Sundance y en Cannes, se ha colado en la carrera de los Oscar con varias nominaciones, entre ellas a la mejor actriz, la niña Hushpuppy (Quvenzhané Wallis), la más joven nominada hasta ahora. Javier Ocaña escribe en su crónica que se trata de una película "inclasificable, imperfecta y procaz". Aspectos tan generales no dicen mucho. Yago García se preguntaba si nos habían vendido la moto, y afirma que la militancia afroamericana se había cebado contra ella.
La historia es curiosa y extraña. Unos vagabundos semialcoholizados viven, como dice la película, en un estado semisalvaje, fuera de toda civilización usual, en una zona difícil, las marismas del Mississippi. Cerca pero lejos de la ciudad, su silueta es el símbolo de los horrores de la civilización. Este mundo peculiar es la geografía de seres igual de extravagantes, donde destaca la niña, que realmente mantiene la película, porque como tuviera que hacerlo su padre (panadero de profesión), estaríamos listos. En definitiva, habrá espectadores a los que estas vidas les parezcan una alternativa y su historia sea algo apasionante; yo dejo esto aparte, lo que me parece poco convincente es la forma de contarlo, la narración y su estructura. Endeble y efectista.