Es una película difícil de contar porque todas las hagiografías patrióticas terminan cayendo en lo melodramático y sentimental. Spielberg no está muy inspirado, pero es un gran director y se atiene a los cánones que tan bien domina. No le pasa como en Tintin, que se enredó en el 3 D y nos dio una tunda de acción, gratuita muchas veces. Aquí no, cuenta los vericuetos de la política parlamentaria de 1865, al final de la Guerra de Secesión, que está ocupando el fondo del relato. En la combinación de las dos realidades, la política y la bélica encuentro uno de los puntos débiles de la película. El relato de los cambalaches y corruptelas para conseguir los votos necesarios para aprobar la 13 Enmienda a un no especialista le resulta un poco engorroso y confuso; constatas, eso sí, que entonces los republicanos eran los más valientes y los demócratas los más reaccionarios.
El afán por aumentar el tono dramático le hace alargar el final y empeorar la película. Yo la habría terminado cuando el mayordomo negro ve salir a Lincoln de la Casa Blanca camino del teatro: grande, alto, cansino, con el sombrero de copa, visto de espaldas, en contraluz. Le habría añadido un breve texto haciendo alusión a lo que iba a suceder y The End. Lo demás sobra,es superfluo, ni añade tensión ni más empatía por el personaje de la que ya le tenemos.
Lo que opina Ana:
Nos lleva Spielberg hacia los orígenes de los EEUU, a un momento delicadísimo de la guerra civil que estuvo a punto de romper el proyecto unionista y , en medio de esa guerra feroz que está llegando a su fin, a adentrarnos en la vida del presidente Abraham Lincoln, extraordinariamente interpretado por Danil Day-Lewis, quien logra convertirse en su alter ego.
Es largo el metraje, es gris la luz, sientes una atmósfera asfixiante, deprimente, no hay espacio para las alegrías, pero en medio de ese escenario tan cruel, va creciendo de forma implacable un gran proyecto, el de conseguir en el Congreso la abolición de la esclavitud.
Es una película patriótica, no podía ser por menos presentando el gran proyecto de uno de los padres indiscutibles de la nación, un Lincoln que aparece cercano a los que le rodean, lleno de carisma, inteligente, capaz de rebajar tensiones contando divertidas y acertadas anécdotas, pero con un inestable equilibrio doméstico, con una mujer martirizada por la pérdida de un hijo, también es extraordinaria la interpretación que hace Sally Field de Mary Todd Lincoln, el enfrentamiento con el hijo mayor que se siente como un cobarde por estar alejado de la guerra estudiando en Boston y que quiere alistarse, y la ternura hacia el pequeño que sentado en las rodillas de su padre, asiste a grandes momentos de la política del país.
La película se desarrolla en tres escenarios, el bélico siempre aparece como telón de fondo, pero sin grandes escenas de batallas, lo vemos a través de campos desolados cubiertos de muertos; la vida en la Casa Blanca, con poco espacio para la privacidad, pero que nos acerca a un Lincoln más humano y el de la gran lucha política que está teniendo lugar a tan sólo dos pasos de allí, en el Congreso, donde los demócratas, feroces adversarios de la abolición, se enfrentan dialécticamente a los republicanos, dirigidos por el propio presidente y por una especie de Robespierre americano llamado Thaddeus Stevens, encarnado por el actor Tommy Lee Jones, siempre acertado en la construcción de sus personajes.
Hay una cuidada recreación de la época, una visión muy pictórica, creando escenarios inspirados en composiciones pictóricas, con luces ancladas en el pasado. Emilio y yo la vimos dos días antes de ir a la de Tarantino Django desencadenado, ambos coincidimos en que las dos películas se complementaban, una presentando los horrores de la esclavitud y la otra, la lucha política por su abolición.
Lo que opina Ana:
Nos lleva Spielberg hacia los orígenes de los EEUU, a un momento delicadísimo de la guerra civil que estuvo a punto de romper el proyecto unionista y , en medio de esa guerra feroz que está llegando a su fin, a adentrarnos en la vida del presidente Abraham Lincoln, extraordinariamente interpretado por Danil Day-Lewis, quien logra convertirse en su alter ego.
Es largo el metraje, es gris la luz, sientes una atmósfera asfixiante, deprimente, no hay espacio para las alegrías, pero en medio de ese escenario tan cruel, va creciendo de forma implacable un gran proyecto, el de conseguir en el Congreso la abolición de la esclavitud.
Es una película patriótica, no podía ser por menos presentando el gran proyecto de uno de los padres indiscutibles de la nación, un Lincoln que aparece cercano a los que le rodean, lleno de carisma, inteligente, capaz de rebajar tensiones contando divertidas y acertadas anécdotas, pero con un inestable equilibrio doméstico, con una mujer martirizada por la pérdida de un hijo, también es extraordinaria la interpretación que hace Sally Field de Mary Todd Lincoln, el enfrentamiento con el hijo mayor que se siente como un cobarde por estar alejado de la guerra estudiando en Boston y que quiere alistarse, y la ternura hacia el pequeño que sentado en las rodillas de su padre, asiste a grandes momentos de la política del país.
La película se desarrolla en tres escenarios, el bélico siempre aparece como telón de fondo, pero sin grandes escenas de batallas, lo vemos a través de campos desolados cubiertos de muertos; la vida en la Casa Blanca, con poco espacio para la privacidad, pero que nos acerca a un Lincoln más humano y el de la gran lucha política que está teniendo lugar a tan sólo dos pasos de allí, en el Congreso, donde los demócratas, feroces adversarios de la abolición, se enfrentan dialécticamente a los republicanos, dirigidos por el propio presidente y por una especie de Robespierre americano llamado Thaddeus Stevens, encarnado por el actor Tommy Lee Jones, siempre acertado en la construcción de sus personajes.
Hay una cuidada recreación de la época, una visión muy pictórica, creando escenarios inspirados en composiciones pictóricas, con luces ancladas en el pasado. Emilio y yo la vimos dos días antes de ir a la de Tarantino Django desencadenado, ambos coincidimos en que las dos películas se complementaban, una presentando los horrores de la esclavitud y la otra, la lucha política por su abolición.