Esta película es un cuento literario con soporte de imágenes. Una historia, unos personajes, una forma de narrar (desconozco si entra o no en el taller literario llamado Oulipo, según Jordi Costa, sí) que parte de un cuidado guión con una voz en off en 3ª persona que juega con los dos planos narrativos, el oral y el visual; y luego echarse al camino, a hacer un viaje a ninguna parte o a una cualquiera, que para José Sacristán será el último, porque su vida tiene los días contados. Es entretenido oír y ver las historias que surgen en los caminos argentinos del norte del país, de Buenos Aires a la frontera boliviana. Si en los western el caballo es el fiel compañero de viaje, aquí es un coche, Camborio, un viejo modelo Ford Falcon (en la hoja informativa dice Chevrolet). Lo peor es que no sabe cómo poner fin a la historia, por eso divaga y da dos finales, ninguno satisfactorio.