sábado, 26 de enero de 2013

Django desencadenado de Quentin Tarantino

Lo que opina Ana:
Divertido homenaje a los espagueti western y, al mismo tiempo, crítica feroz contra la esclavitud.
Repite Tarantino muchas de las estrategias utilizadas en Malditos bastardos, un humor muy parecido, el juego con el lenguaje, acentos, idiomas, juegos de palabras, la colaboración con el gran Cristoph Waltz quien, en esta ocasión, se convierte en una alemán bueno, justiciero y capaz de enfrentarse a todos los prejuicios racistas del Sur. Se invierten los papeles, demostrando que son falsos los estereotipos, ni los estadounidenses son más buenos que el pan, ni los alemanes más malos que el diablo, de todo hay en la viña del Señor.
El arranque, igual que ocurría en Malditos bastardos, es magistral, una caravana de esclavos encadenados cruzan un desierto rocoso, fatigados y sometidos a su brutal destino, hasta que irrumpe en la escena un carromato de feria con una gran muela colgando en lo alto; ha comenzado el western, una historia épica con un héroe que no sabe que lo es, el esclavo Django, interpretado por Jamie Foxx.
La música es de género,los paisajes también, los personajes son atípicos, pero se van centrando en su papel. Algunos críticos le han reprochado el larguísimo metraje, a mí no me importó, lo pasé en grande siguiendo las aventuras de estos dos justicieros, relajadas con un tono humorístico que no le quita fuerza a la denuncia del salvajismo de esa sociedad sureña que trataba a los negros peor que al ganado.
Me gustó más la primera parte, la que es puro western, la de las historias de unos cazadores de recompensas que galopan entre paisajes inmensos, que duermen a cielo raso junto a una hoguera, al amor de la cual se nos desvela la existencia de Broomhilda, la heroina a la que hay que liberar. Su búsqueda dará paso a la segunda parte, en la que al fin aparecerá Leonardo di Caprio para encarnar a un ruin hacendado que disfruta viendo pelear a sus esclavos en luchas forzadas y a muerte.
Como contrapartida a la pareja de héroes: el buen alemán y su esclavo liberado, destaca la nueva pareja de rufianes compuesta por el señorito déspota y cruel y su fiel ayo negro, más malo que la quina, a quien da vida magistralmente Samuel L Jackson.
Emilio: Es difícil clasificar esta película. Yago García cree que Tarantino hace películas que no transcurren en nuestro planeta; y, sin embargo, están enraizadas en viejos géneros, reciclados por Tarantino, en este caso el spaghetti western. Casi todas las críticas coinciden en el desmesurado metraje, tal vez sea esa la razón por la que en Metrópolis solo le dan dos estrellas, pero sin justificarlo, porque todos reconocen momentos magníficos de cine: las dos primeras secuencias, diálogos y situaciones llenos de suspense, un festín visual, que, a la manera de este director, tiene que estar salpicado de sangre. Él mismo, en un cameo bastante largo, desaparece de la faz de la tierra en una de sus típicas explosiones de violencia.
Hay una contradicción entre lo que trata: la brutal esclavitud a la que estuvieron sometidos los negros, sus castigos, sus humillaciones, el desprecio infinito que soportaron de los blancos, hasta negarles su condición de humanos; y el tono con el que está contada esta historia, que hace que no pierdas la sonrisa casi en ningún momento, y te preguntas, ¿será esta la mejor manera de dar cuenta de la terrible situación, de hacerla realidad, ahora que hay un presidente negro en la Casa Blanca?. Lo dudas (tal vez Lincoln, con su seriedad, consiga más en ese aspecto). Pero en cuanto a cine, da gusto pagar la entrada.

sábado, 19 de enero de 2013

Lincoln. Dir. Steven Spielberg

Es una película difícil de contar porque todas las hagiografías patrióticas terminan cayendo en lo melodramático y sentimental. Spielberg no está muy inspirado, pero es un gran director y se atiene a los cánones que tan bien domina. No le pasa como en Tintin, que se enredó en el 3 D y nos dio una tunda de acción, gratuita muchas veces. Aquí no, cuenta los vericuetos de la política parlamentaria de 1865, al final de la Guerra de Secesión, que está ocupando el fondo del relato. En la combinación de las dos realidades, la política y la bélica encuentro uno de los puntos débiles de la película. El relato de los cambalaches y corruptelas para conseguir los votos necesarios para aprobar la 13 Enmienda a un no especialista le resulta un poco engorroso y confuso; constatas, eso sí, que entonces los republicanos eran los más valientes y los demócratas los más reaccionarios.
El afán por aumentar el tono dramático le hace alargar el final y empeorar la película. Yo la habría terminado cuando el mayordomo negro ve salir a Lincoln de la Casa Blanca camino del teatro: grande, alto, cansino, con el sombrero de copa, visto de espaldas, en contraluz. Le habría añadido un breve texto haciendo alusión a lo que iba a suceder y The End. Lo demás sobra,es superfluo, ni añade tensión ni más empatía por el personaje de la que ya le tenemos.
Lo que opina Ana:
Nos lleva Spielberg hacia los orígenes de los EEUU, a un momento delicadísimo de la guerra civil que estuvo a punto de romper el proyecto unionista y , en medio de esa guerra feroz que está llegando a su fin, a adentrarnos en la vida del presidente Abraham Lincoln, extraordinariamente interpretado por Danil Day-Lewis, quien logra convertirse en su alter ego.
Es largo el metraje, es gris la luz, sientes una atmósfera asfixiante, deprimente, no hay espacio para las alegrías, pero en medio de ese escenario tan cruel, va creciendo de forma implacable un gran proyecto, el de conseguir en el Congreso la abolición de la esclavitud.
Es una película patriótica, no podía ser por menos presentando el gran proyecto de uno de los padres indiscutibles de la nación, un Lincoln que aparece cercano a los que le rodean, lleno de carisma, inteligente, capaz de rebajar tensiones contando divertidas y acertadas anécdotas, pero con un inestable equilibrio doméstico, con una mujer martirizada por la pérdida de un hijo, también es extraordinaria la interpretación que hace Sally Field de Mary Todd Lincoln, el enfrentamiento con el hijo mayor que se siente como un cobarde por estar alejado de la guerra estudiando en Boston y que quiere alistarse, y la ternura hacia el pequeño que sentado en las rodillas de su padre, asiste a grandes momentos de la política del país.
La película se desarrolla en tres escenarios, el bélico siempre aparece como telón de fondo, pero sin grandes escenas de batallas, lo vemos a través de campos desolados cubiertos de muertos; la vida en la Casa Blanca, con poco espacio para la privacidad, pero que nos acerca a un Lincoln más humano y el de la gran lucha política que está teniendo lugar a tan sólo dos pasos de allí, en el Congreso, donde los demócratas, feroces adversarios de la abolición, se enfrentan dialécticamente a los republicanos, dirigidos por el propio presidente y por una especie de Robespierre americano llamado Thaddeus Stevens, encarnado por el actor Tommy Lee Jones, siempre acertado en la construcción de sus personajes.
Hay una cuidada recreación de la época, una visión muy pictórica, creando escenarios inspirados en composiciones pictóricas, con luces ancladas en el pasado. Emilio y yo la vimos dos días antes de ir a la de Tarantino Django desencadenado, ambos coincidimos en que las dos películas se complementaban, una presentando los horrores de la esclavitud y la otra, la lucha política por su abolición.

El muerto y ser feliz. Dir. Javier Rebollo

Esta película es un cuento literario con soporte de imágenes. Una historia, unos personajes, una forma de narrar (desconozco si entra o no en el taller literario llamado Oulipo, según Jordi Costa, sí) que parte de un cuidado guión con una voz en off en 3ª persona que juega con los dos planos narrativos, el oral y el visual; y  luego echarse al camino, a hacer un viaje a ninguna parte o a una cualquiera, que para José Sacristán será el último, porque su vida tiene los días contados. Es entretenido oír y ver las historias que surgen en los caminos argentinos del norte del país, de Buenos Aires a la frontera boliviana. Si en los western el caballo es el fiel compañero de viaje, aquí es un coche, Camborio, un viejo modelo Ford Falcon (en la hoja informativa dice Chevrolet). Lo peor es que no sabe cómo poner fin a la historia, por eso divaga y da dos finales, ninguno satisfactorio.

miércoles, 16 de enero de 2013

El molino y la cruz. Dir. Lech Majewski

Es un pequeño milagro que una película como esta esté todavía en cartelera después de un mes de su estreno. En Madrid solo la proyectan en los Verdi.
La recreación de ambientes, costumbres, vestimentas e instrumentos es casi de una perfección etnográfica; el cuadro de Bruegel el Viejo, "El Camino al Calvario" queda fijado en tu retina; durante hora y media alguno de los quinientos personajes que tiene el cuadro cobra vida, al tiempo que se re interpreta el significado de la pintura: los romanos serían los españoles, el Cristo camino del Gólgota, serian los reformistas, estamos en 1564, corresponde a la gobernación de Flandes de Margarita de Parma (o de Austria), un terror, y eso que todavía faltan tres años para que se inicie la del Duque de Alba. ¡Qué poco sabemos de esa dominación!
Javier Ocaña diferencia tres niveles de visión: el técnico, el narrativo y el didáctico. Cree que en el que queda más floja la recreación es en el narrativo, los personajes no terminan de cobrar vida propia. Puede que tenga razón, pero la impresión es tan fuerte en los otros dos que compensa. No tiene el director la sorprendente imaginación de Peter Greenaway en la "Ronda Nocturna", acerca del cuadro de Rembrandt, pero su esfuerzo por acercarnos a una realidad lejana está conseguido. 
Curiosidades tiene varias: el que sea un director polaco, aunque tenga un largo historial en el vídeo montaje y haya sido su obra objeto de exposiciones en varios museos; el que la financiación sea también polaca, cuando se está atacando a la religión católica, a su intransigencia, y que haya sido rodada en parte en Nueva Zelanda.
Dos pegas formales: el que los personajes hablen en inglés; deberían hacerlo en francés, valón, flamenco o alemán. Y el que el acento de los soldados hablando español sea latinoamericano, en esos momentos. Dado el nivel de perfección de todo lo demás, esto también es importante.
Lo que opina Ana:
Con una cuidadísima puesta en escena y una luz que parece directamente salida de los cuadros flamencos del Primer Renacimiento, consigue el director polaco Lech Majewski conducirnos a los durísimos tiempos de la ocupación española en Flandes, empeñada en mantener a ultranza la fe católica. Hay un gran trabajo de investigación histórica detrás de cada plano, en cada puntada de las muchísimas costuras que el taller de vestuario tuvo que realizar; a ello se une una encomiable labor etnográfica, ¡qué prodigio el funcionamiento del molino! Todo está documentado, es como si combináramos una lectura sobre la época, con la visión detenida del cuadro y de repente, como por arte de magia, las letras del libro y los personajes del cuadro se transmitieran sus conocimientos y cobraran vida para presentarse ante nosotros en medio de unos paisajes fantásticos, irreales, como lo son los del cuadro y que en la película se recrean con fondos en cartón piedra.
Creo que es una brillante lección de Historia, parcial, fragmentaria, centrada en la historia menuda, la de la vida cotidiana, aquélla que a duras penas llega a los libros y que en gran medida podemos reconstruir gracias a la obra de los artistas. Al final todo vuelve a su lugar, las sombras del pasado retornan al lienzo, a guarecerse en la sala de un museo y enmudecen hasta que una nueva mirada las haga renacer.
La fotografía, la luz, la ambientación, cada mínimo detalle que se representa es una disección perfecta de la obra de arte que se está analizando, "El camino al calvario" de Pieter  Bruegel. Majewski ha querido explicárnosla creando una réplica viviente.

sábado, 12 de enero de 2013

La noche más oscura. Dirª Katryn Bigelow

Caprichoso título puesto en España.
¡Qué bien filma esta directora escenas de tensión bélica de acción contenida! Al principio te pierdes un poco con la ristra de nombres de sospechosos de pertenecer a Al-Qaeda, con sus nombres reales e inventados, con sus identidades múltiples, pero poco a poco vas centrando la situación y sigues el hilo de la caza obsesiva de Bin Laden y de la pista que conduzca a él. 
Una cosa buena  que tiene esta película es que te enteras con bastante exactitud, y hay que esperar que el excelente guión de Mark Boal sea más verídico que inventado, de los detalles de esta operación de captura y asesinato del enemigo número uno de los EE.UU. Es posible que "sin sombra de maniqueismo ni de manipulación", como afirma Carlos Boyero, pero no hay que confundirse, la película está hecha por una estadounidense y los buenos, torturando y todo, son ellos. Los daños "colaterales" los muestran, pero no los denuncian. Es una película patriótica, se ensalza sin fisuras a la agente americana de la CIA que lleva el caso adelante, Maya (Jessica Chastain), y el último plano yo no sé si es de desolación o de liberación. Es una película larga y compleja, pera la vi con interés y el crescendo final está muy bien medido.
Lo que opina Ana:
Excelente crónica de la búsqueda y captura de Bin Laden. Arranca con una pantalla en negro y testimonios en off que sintetizan el horror de la jornada del 11S en EEUU, se han sentado los antecedentes, puede comenzar el relato y lo hace 2 años después con unas durísimas escenas de tortura que nos muestran los métodos de la CIA, presentados como necesarios para conseguir avanzar en la lucha antiterrorista. No se hacen juicios de valor, se narran los hechos de una manera absolutamente veraz. La directora nos va guiando, nos hace visitar cárceles secretas, nos mueve por escenarios muy diferentes,pero todos conectados a la trama de la búsqueda de un camino que conduzca hacia la guarida del malhechor. La operación será un éxito, aunque larga, penosa y con precio. El final nos dejará algo desamparados, parece que la guerra no ha acabado.

The Master. Dir. Paul Thomas Anderson

Una película que dura casi 100 minutos y que termina con una frase que dice, aproximadamente, "métela otra vez que se ha salido", daría qué pensar sobre el genero al que pertenece. Pues obtuvo el León de Plata en Venecia y la copa Volpi al mejor actor; Javier Ocaña escribe que su director es el mejor desde hace década y media y en Metrópoli le dan 5 estrellas. Yo no sé qué quiere decir la película, puedo mal que bien hacer una sinopsis, pero el significado de todo lo narrado e incluso de sus partes se me escapa. Reconozco la perfección de los encuadres, de las ambientaciones, reconozco que Joaquín Phoenix en su papel de Freddie Quell hace de hombre atormentado con dedicación completa y obsesiva, hasta en el andar muestra su desequilibrio, pero, ¿todo lo que vemos conduce a confrontar un espíritu innoble con otro refinado y poderoso, el del personaje de Philip Seymour Hoffman? No lo sé, porque también está lo que llaman "La Causa", que me cuesta trabajo entender. Tenían razón unas señoras al salir: !qué película tan rara¡ decían (sin querer serlo, añadiría yo).
Lo que opina Ana:
Imágenes poderosísimas, interpretaciones prodigiosas, perfecta recreación de la época, pero un guión errático que hace que no sepas muy bien qué te están contando; da la sensación de fragmentación. Tenía la sensación de estar ante muchos relatos pequeños, me gustaban esas historias separadas y me perdía en la gran historia común.

viernes, 4 de enero de 2013

Las sesiones. Dir Ben Lewin

El éxito de esta película se debe a cuatro razones: un buen guión, que se desarrolla de forma pausada, pero con un ritmo marcado por un metrónomo; una realización correcta, sin grandes alardes, que deja que las imágenes acompañen el transcurrir de lo narrado sin superponerse; la actuación de dos grandísimos actores y unos acompañantes muy bien colocados en sus papeles y cuarto, tener entre manos una buena historia ya de entrada, porque la del poeta Mark O'Brian lo es. Si a esto añadimos el tono optimista, salpicado de un sentido del humor que todo lo relativiza y que es uno de los rasgos de la personalidad de este escritor, nos explicamos por qué la película tuvo el premio del público tanto en Sundance como en San Sebastián. Lo del actor John Hawkes es sorprendente. No podría haber reconocido su físico ni el personaje que representa si lo comparo con las dos películas en la que lo he visto recientemente, haciendo de mesias peligroso y sanguinario en Martha Marcy May Marlene (2011) y de alcohólico lobo solitario en Winter's Bone (2010), su capacidad de transformación es completa, tanto que logra hacerte olvidar esos otros papeles completamente opuestos a este. En defintivia, buena película para empezar el año. Veremos si se cumplen las expectativas sobre los Oscar, porque el hecho de que el sexo y sus circunstancias estén tan en primer plano puede asustar al jurado.
Lo que opina Ana:
Historia difícil de contar, con muchos riesgos en principio, pero que se resuelve con naturalidad, frescura y mucho sentido del humor. Descubres la existencia de una nueva profesión, la de terapeuta sexual, te encuentras con un párroco católico comprensivo y liberal, con un poeta encadenado a un pulmón artificial, capaz de conquistar a todos los que le rodean y te metes en su mundo gracias a unas interpretaciones excelentes y a un guión muy bien hilvanado.