
Lo que opina Ana:
Comienza muy bien, Mercedes Álvarez vuelve a plantearnos visiones del alma, consigue arrancar radiografías del pensamiento, evoca sentimientos profundos, llenos de tristeza. Una vida que desaparece, un hogar que se desmantela en manos de los usureros, convertidos el tiempo y la vida en escombros llenos de polvo que hay que evacuar, miles de objetos acumulados durante una vida se encuentran zozobrando, a la deriva, ya no tienen sentido, pero guardan la memoria y son capaces de transmitirla con su mirada perdida en el ayer.
Con este arranque frío y duro la directora lanza su proclama en defensa de la memoria, mientras nos cuenta la historia del inventor del arte de recordar, Ceos de Simónides, quien hace más de dos mil años sentó en Grecia las bases de la mnemotecnia, una ciencia muy útil y practicada hasta nuestros días en los que ha perdido interés al ser la desmemoria lo que parece tener valor.
No mantiene este nivel de alta poética, la película se vuelve confusa mientras explora el escenario de una feria inmobiliaria despersonalizada. Recobra el pulso en los Encantes de Barcelona, en ese mercado de lo imposible halla personajes reales que se representan a sí mismos y retoma con ellos el hilo del comienzo. Los objetos y las personas vuelven a tener un lugar aunque sea el de estar arremolinados en un grandísimo basurero de recuerdos.
Todo ello narrado con mucha foto fija y jugando continamente con las ópticas, pasando de los planos generales, descriptivos, a los primerísimos planos, transmisores de los sentimientos, de la intimidad.
La sala de los cines Luchana no podía ser más ad hoc para este documental intimista y su mensaje; un cine a punto de sucumbir, anclado como un buque fantasma en el centro de Chamberí.
Emilio: Los recuerdos que dejó "El Cielo gira" (2004) son tan buenos que volver a ver algo de Mercedes Álvarez es un reto. No es la alegría de la huerta esta cineasta, ya no lo era en " El Cielo...", pero era tan evocadora la reconstrucción de esa vida que se apagaba en Aldeaseñor, que la poesía teñida de melancolía te reconfortaba. No pasa lo mismo con Mercado de Futuros, además tiene un mensaje más confuso. Las imágenes son un elemento principal en el lenguaje de Mercedes Álvarez, incluso más potentes que el texto en off (la narradora sigue siendo la misma, reconozco su voz, ahora un poquito más oscura). Comienza despojando una casa de los objetos que tenía, dejándola sin vida, y al final, en un bucle temporal, aparecen algunos en el mercado de los Encantes de Barcelona, ya apiñados, fuera de lugar, sin memoria. Pero, ¿y la intromisión de esa feria inmobiliaria y de esos gurús de los negocios? Eso requería otro tratamiento, otra película.