
La película de este director turco podría entrar en el grupo del cine iraní, ese que según algún crítico el sonido que le caracteriza es el ronquido. No, esta película no te duerme, aunque podría por su ritmo lento, la ausencia de música, salvo cuando en la escena la hay, y porque al que seguimos en su ciclo vital es un niño, que además casi no habla y cuando lo hace susurra; solo mira. El protagonista es el bosque, los animales no ocupan un lugar preeminente, el más destacado es un gavilán. En ese bosque de árboles altísimos, el padre de Yusuf cuelga sus colmenas. Dice el director que ha rodado en la región de Rize, en el noreste de Turquía, cerca del Mar Negro. A mi me parecen hayas, aunque en cada zona había árboles diferentes. Así pues, tres ejes tiene el film: un bosque atlántico espléndido,una profesión rara: colmenero-escalador, en una región apartada y un chico silencioso (disléxico) y solitario que mira a su padre con devoción.
Ganó el Oso de Oro en 2010 y otro premio que no sé qué quiere decir: el del Jurado Ecuménico. Será porque el director afirma que hace un cine al que llama "realismo espiritual".