
Dice Carlos Sorín, el director, que con la Ventana quería hacer un plagio inconsciente del clásico de Ingmar Bergman "Fresas Salvajes". Puede ser, de forma remota, pero cada una tiene su esencia. La de Sorín tiene más plenitud de comunión con la naturaleza y el espacio, ese caserón en medio del campo como protagonista pasivo.
Película lenta con pocos sobresaltos, pero placentera. Bien desarrollada y contada, que comienza y termina con el sueño infantil de un hombre mayor en vísperas de su muerte, sueño de un baile para mayores y una institutriz, cuyo rostro va aclarándose segun se acerca el protagonista al final de su vida.
Lo que opina Ana:
Una buena película para acabar el año, pocas palabras, un guión guiado por la luz, las miradas, el transcurrir del último día de un viejo moribundo. No esconde su constante tributo a "Fresas salvajes" de Bergman. Ahora en color, en la lejana Pampa argentina, un anciano inicia su último día con un sueño que le transporta a un episodio de su niñez, como si lo estuviera viniendo a buscar para siempre.
Está llena de sentimientos, el espectador también mira a través de esa metafórica ventana que sirve para conectar el mundo real y vivo, con el de la muerte acechante.