jueves, 29 de mayo de 2008

El último viaje del juez Feng


Nos invitaron los del 7º Vicio el día 20, en los cines Paz de Fuencarral. Tratándose de la película que se presuponía que podía ser y de quien realizaba la invitación, me extrañó un poco la composición de los espectadores. Varios con palomitas y sin el aspecto de la tribu. De hecho, un grupo de seis que estaba delante de nosotros se marchó de la película, con el consiguiente alboroto y molestia, diez o quince minutos antes de acabar. Hay gente que no sabe a lo que va y se mete donde sea con tal de que le salga gratis.

La película no es aburrida, es anecdótica y como todo viaje cuenta historias, éstas llenas de colorismo y curiosidades. Poco importa que el juez tenga un pasado familiar fracasado y triste, sólo sale de pasada, como un sustrato a su soledad y tal vez le haya traído esa afición desmesurada al tabaco: fuma y fuma, y de vez en cuando se coloca bebiendo más de la cuenta, pero las circunstancias obligan.

Los paisajes, la gente, las costumbres, las tradiciones, los códigos, las anécdotas de cada caso a resolver están bien trabadas y contadas. Recorremos con el juez, su ayudante y el nuevo juez el camino que nos conduce de la Cabeza a la Cola de Gallo. Yo no vi que trascienda de lo particular a lo general. Y no me importa. No creo que la genta salga pensando que la nueva China, su aparato de justicia, está acabando con las tradiciones de las regiones más aisladas. Lo que yo salí pensando es en cómo puede todavía existir esa China.
Lo que opina Ana:
Se presenta ante nosotros un fascinante viaje por el interior de una China recóndita, sorprendente, auténtica y alejada de cualquier tópico al uso. Asistimos al contacto entre dos mundos muy distantes, el institucional y el ancestral, adentrándonos en unas realidades etnográficas completamente desconocidas, viendo como a pesar de los años pasados, la revolución comunista no ha llegado a todos los confines de China y cuando quiere hacerlo, a través de sus funcionarios itinerantes, el juez y su cuadrilla, choca con unas costumbres tan arraigadas como las altas montañas que dominan estos bellos y recónditos lugares de la China rural.
La película resulta fresca, humana, compone una serie de cuadros costumbristas que nos llevan hacia un pasado muy remoto ante nuestros ojos occidentales, pero que allí sigue estando muy vivo, amparado por las montañas que convierten las costumbres de sus gentes en endogámicas, resistiédose a desaparecer, ganando ,hoy por hoy, la batalla al tiempo y al intento unificador del gobierno.