miércoles, 30 de abril de 2008

Mil años de oración


Cuando se hicieron las críticas al palmarés de San Sebastián, se deslizó la opinión de que La Concha de Oro que obtuvo esta película se debía en parte al deseo de Paul Auster, que presidía el jurado y era o había sido colega de dirección y de guión de Wayne Wang en Smoke y Blue in the face. De lo que yo he visto de ese festival, sólo Promesas del Este, que no se llevó nada, puede disputarle el galardón.

La contención sentimental de esta hija y padre chinos llega a extremos gélidos, y sin embargo, el calor interior, el drama, la angustia, la tristeza, la soledad, sobre todo la soledad, se palpan. Cuando se encuentran después de un largo periodo de no verse, no se tocan, no se besan. Se hablan en un lenguaje regulado, superficial. Sus vidas se han separado hace mucho tiempo y ahora no es posible juntarlas. El respeto milenario de la hija hacia el padre se traduce en incomunicación. Es el padre el que quiere recuperar a su hija, y ésta le dice que ha tenido que aprender una nueva lengua, el inglés, para poder expresar sus sentimientos, porque en su lengua materna estaba prohibido.

Después viene la explosión, pero a pesar de ser profundísima, está controlada, apenas dura un minuto; la hija acusa al padre de vivir de mentiras, como ingeniero, como padre y como esposo. El padre deja pasar una noche y por la mañana, en un monólogo dirigido a su hija le explica, con una pared de por medio, el drama de su vida, y pese a ello sigue siendo un fiel comunista, y un ingeniero, y así se despide de nosotros, señalando hacia el cielo con las manos los cohetes que soñó enviar al espacio. Triste y contenida.
Lo que opina Ana:
Tristísima película que nos habla de la soledad, del desencuentro familiar, de una educación castradora de afectos que acaba pasando factura. Una hija única que lleva viviendo años en EEUU, recoge en el aeropuerto a su padre viudo, que viene desde China a visitarla y a servirle de ayuda tras su reciente divorcio. No hay comunicación, es como si un hielo cortante los separara. Se mantienen las formas, las ceremonias, pero el abismo crece y ambos acaban comprendiendo que no pueden estar juntos; su reencuentro ha despertado muchos fantasmas del pasado que parecían olvidados.
Historia intimista que enseguida te adentra en su mundo, participas como uno más, te gustaría charlar con el padre, con esa amiga iraní que ha hecho en sus días solitarios en el parque y con la que se comunica, en gran parte, por señas del alma. Deseas que esos personajes consigan un poco de felicidad cuando las luces que les han dado vida se apaguen y se acabe la función.

lunes, 28 de abril de 2008

Elegy


Hay dos cosas que me molestan en esta película; una es culpa mía, se trata de que no logro desprenderme de la imagen o imágenes anteriores de Penélope Cruz, no consigo nunca vestirla de Consuela Castillo. Es un problema porque ella es uno de los dos pilares que sustentan este entremado, para mí, además, es el personaje más importante, muy bien interpretado, aunque se la ve un poco contenida, demasiado estudio de interpretación. El otro asunto que me molesta es culpa de la directora, de Isabel Coixet, porque es ella la que mezcla la voz en off del narrador, el profesor mediático David Kepesh, con los dialógos en directo de los personajes que intervienen en cada escena. Esta mezcla es más evidente hasta la mitad de la película, luego poco a poco va disminuyendo. Ese narrador quiere, utilizando el recurso del tiempo, intervenir en nuestro proceso de conocimiento, y a mi me parece que sobra, y si no sobra, que está mal utilizado. Ese recurso impone una distancia, refuerza la frialdad un poco estoica de este personaje, poco dado a los excesos gestuales. Su réplica a Penélope les cuesta trabajo mantenerla.

Los personajes secundarios hacen estupendamente su papel, representando en cada caso prototipos, pero que funcionan.

A mi parece que está bien rodada y que el final te deja un poco descolocado. Por lo que he leído, la novela se va de madre mucho más y mucho antes. Con esta directora los excesos no son frecuentes (su anterior película "La vida secreta de las palabras" tenía más piruetas tanto de guión como fílmicas). En este caso se trata de un encargo, pero su cine, bien hecho y sus obsesiones, las que más le preocupan, están ahí.
Lo que opina Ana:
Por primera vez Isabel Coixet dirige por encargo, a algunos les ha parecido su mejor trabajo; a mí, en cambio, que con mayor o menor intensidad siempre había conseguido emocionarme, en esta película me deja fría; no me importan los personajes, ni lo que cuentan a pesar de estar hablando de los grandes temas de siempre: el amor, el miedo a la muerte, la atracción... Todo es como de laboratorio, falta espontaneidad, la narración es grandilocuente y la aleja del espectador, al menos de mí, como espectadora que soy.

domingo, 27 de abril de 2008

Todos estamos invitados


Creo que fue la Cope la que la alababa con calor, y en el Mundo escribían que era la mejor película española del añó. Pero no voy a hablar de política, pretendo hacerlo de cine. Claro, es una película comprometida, desde luego, y sin duda está ahí lo que cuenta, no se lo inventa. Eso pasa ahora, y todavía más sórdido porque muchas víctimas no tienen los recursos ni económicos ni intelectuales de este profesor del País Vasco. El último asesinato, un cajero de una autopista, lo demuestra.

La película comienza bien, con fuerza, sin florituras, directo al grano. Lo que pasa es que, aunque haya habido un caso parecido en la realidad, el accidente de este grupo de terroristas y la amnesia posterior de uno de ellos ya fuerza mucho la historia. Pero bueno, seguimos. Aparece Jaenada, Josu Jon, en Andalucía, convaleciente, medio moribundo. ¿Cómo ha ido a parar allí?. Seguimos. Las monjas, la señal de la cruz, tú eres un buen cristiano, tú no puedes matar. ¿Era necesario? ¿Es que después sirve para entroncar con la etapa de monaguillo de un cura nacionalista? La amnesia deja a Josu Jon cara y gestos continuos de estreñido, pero seguimos. Ya está en el País Vasco, un poco descolocado. Tiene un sueño, a un lado de los pies de la cama está la etarra, al otro una víctima. Yo creo que ahí se les va la pinza, definitivamente. A los guionistas y al director, que es uno de ellos. ¿Por qué hacerlo tan difícil, tan rebuscado? Si sabe organizar pasajes estupendos como los de la sociedad gastronómica, donde queda reflejado el nivel de vida altísimo de esta sociedad y al mismo tiempo su enfermedad mortal, porque creen que no mencionándola no existe (qué personaje el de Iñaqui Miramón, Imanol). Ahora bien, lo de la playa, ese revolcón puritano y vigilado, y lo del paseo por San Sebastián el día grande de la Tamborrada, a pecho ( a espalda) descubierto no hacen más que confirmar tus temores. No, aunque no esté bien dicirlo, no parece que sea una buena película.

La música es de Ángel Iñarramendi. Por ella me quedé hasta que acabaron los títulos de crédito.
Lo que opina Ana:
Comienza bien pero enseguida lo estropea. El guión hace aguas, muchas escenas chirrían, no consigue conmover. Pierde el tono y con ello su fuerza. Sólo es válida su denuncia, pero no cómo la cuenta. Los actores no son capaces de hacerse creíbles, Vanessa Incontrada sólo tiene presencia, le faltan oficio y cualidades dramáticas. José Coronado, espléndido en otros papeles, está aquí como perdido... y es que falla la estructura narrativa. ¡Qué escena más burda la del paseo de la pareja por la playa con los dos guardaespaldas! Lo más logrado, el ambiente de la sociedad gastronómica y la caracterización de los jóvenes etarras, ellos sí que consiguen hacerte sentir el miedo.

Bab´Aziz


Me dice mi amigo César que la letra de estos comentarios es un poco pequeña, tratáré de buscar un tamaño de letra un poco mayor.

Con una persistente voluntad de permanencia, los cines Renoir Princesa han mantenido, mantienen, esta película en la cartelera. Destinada a priori a durar no más de dos semanas, nosotros la vimos pasado un mes al menos del estreno.

Este abuelo, Bab´Aziz, nos lleva a nosotros y a su nieta Isthar a seguir un camino inexistente a la vista, que está dentro de cada uno y recorre las infinitas orientaciones que ofrece el desierto. Además de la belleza de las dunas, a veces insinuantes como un cuerpo de mujer, lo sorprendente está en los palacios y ciudades que esconde esta geografía. Sus arenas, unas veces furiosas, otras reposadas, siempre peligrosas si no sabes tratarlas tienen secretos maravillosos.

Como en las Mil y una noches, la tradición oral nos conduce de historia en historia al destino final, a la salvación terrenal y eterna.

Todo este torrente de imágenes y cuentos los crea el director para lavar la imagen del Islam y presentarnos su versión mística, la más respetuosa con el hombre y con el universo. Es un cuento, o varios mejor dicho, de un director que es también un poeta y un cuenta cuentos. Cuando Isthar corre peligro de morir, el abuelo le dice al chico que la cuida que no deje de hablar, que le cuente su último viaje, que a Isthar, inconsciente, le encantará oirlo.

Te produce una extraña sensación placentera pensar en esta película.
Lo que opina Ana:
Otra mirada sobre la cultura islámica, en este caso a través de las fábulas de su tradición literaria; una visión atemporal, mágica, una road movie a lo largo de un desierto lleno de belleza, recorrido por un abuelo sufí ciego y su nietecita, juntos "hacen camino al andar". Es el viaje iniciático de la pequeña, que se prepara para la despedida de su abuelo, una vez que encuentren el lugar de la reunión de los derviches, celebrada cada treinta años y a la que sólo saben llegar los sabios.

lunes, 14 de abril de 2008


En cualquier caso, el dominio de la historia está en el guión (la directora es la mujer del guionista de "Entre vinos"). El comienzo de la película con esas imágnes suspendidas en el limbo de un universo irreal, con palmeras, cielos azules, casas unifamiliares pulcras con su jardín, que la cámara recrea como si fuera una visita turística, termina en la piscina de los viejos ricos o suficientemente bien jubilados, que buscan el sol y las buenas temperaturas antes de morir. La cámara se va parando, el sonido también, estamos en otro mundo. Esta parte de la película, aunque corta, está magníficamente retratada. Pero dentro del paraiso también hay drama, y finalmente se muere y hay que liquidar la cuenta. El padre, Lenny Savage, es el ogro, el represor, ya envejecido, camino de la demencia, que muestra su enfado haciendo pintadas con su caca. Esto no se puede tolerar en este mundo perfecto. Primera llamada a los hijos, habitantes del mundo helado y sin sol. Muere su protectora, era un mantenido, segunda llamada a los hijos y definitivo cambio de paisaje. Entramos en el reino de la realidad. Los hijos muetran las taras que han heredado de su crecimiento en esta familia. Los dos son inestables sentimentalmente. Tienen un padre y no lo pueden abandonar, aunque quisieran. El hijo parece más duro. El ambiente de la residencia marca las fronteras sociales, sólo pueden aspirar a una modesta. Dentro también están claras las estratificaciones: la mayoría de los cuidadores son negros.

El tiempo que permanecen cuidadando al padre sirve para establecer una nueva relación entre los hermanos, ya adultos, que recuerdan vagamente sus años juntos en la infancia y la adolescencia. Los dos en el fondo se creen fracasados, pero importantes, a punto de alcanzar la notoriedad que ambos piensan que se merecen. La interpretación de los tres protagonistas es precisa, sin más excesos que los que sus personajes les permiten. El guión es bueno, casi no hay lagunas. El sabor agridulce, o falsamente dulzón al final. ¿Qué significa ese perro paralítico corriendo detrás de la hermana por los puentes de Nueva York?
Lo que opina Ana:
Interesante y tristísima película sobre la vejez, la soledad, las frustraciones de nuestras sociedades desarrolladas. Con una aparente ligereza la directora va adentrándose, hurgando en las heridas, para conseguir desvelarnos, sin tener que demorarse en los detalles, una difícil relación familiar, la de los Savages. Destaco de la película su parte de análisis sociológico, su irónica visión sobre el "paraíso" creado en EEUU para los viejos con recursos, un mundo ocioso que sirve para dar empleo a los inmigrantes y que trata de esconder la muerte. Frente a este aparente paraíso, nos presenta una realidad más amarga, la de los asilos, espacios más cutres y deprimentes, para gentes con menos recursos, pero que aún así muestran un grado de bienestar propio del mundo desarrollado. Ese es el telón de fondo, el desencadenante de la historia que, sin embargo, tiene muchos más ángulos.

martes, 8 de abril de 2008

Love and Honor


Otra historia de samuráis. Todo lo espectacular del cine del chino Zhang Yimou, lo tiene de discreto esta película de Yoji Yamada. Los guerreros de "La maldición de la Flor Doroda" se mueven en grandes coreografías y suntuosos palacios y ricas vestimentas. Aquí es la pulcritud teresiana de los carmelitas descalzos.


El verano pasado, en julio, vimos otra película de samuráis, se llamaba "Hana", del director japonés HiroKazu Kore-Eda. Lo que está en el trasfondo de ambas películas, de todo el género podíamos decir, es el honor y la venganza que muchas veces requiere el mantenerlo. Pero mientras aquélla era cansina por lo enrevesado de la trama, ésta es muy sencilla: el amor de un matrimonio se pone a prueba en un ambiente sin pretensiones, vulgar. La felicidad se rompe y hay que recomponerla bajo unas difíciles condicones. No hay estridencias en este drama, que está muy bien interpretado por el samurái y su mujer. Incluso cuando la acción debe ser protagonista y el samurái lucha en un duelo en el que al comenzar se despide de su vida, se hace de una manera un tanto rústica, como si se tratara de dos pobres que, sin perder las formas, luchan por una cuestión de honor.


Me parece bien que termine bien, aunque sea más comercial. Sin hacer nada extraordinario nos ha contado con gusto una historia de amor.
Lo que opina Ana:
Cadenciosa y bella película japonesa, bella por sus imágenes, su argumento, su lenguaje cinematográfico. Viajamos hacia un pasado feudal de señores y vasallos para deleitarnos con una historia de amor que es un cuento poético que va madurando en contenido y poesía con un ritmo pausado, que te permite recrearte en todo ese ambiente ya desaparecido de un tiempo sin prisas, cercano a la naturaleza y en el que, sin embargo,las pasiones y los sentimientos básicos de los seres humanos seguían siendo tan similares a los actuales.