
Es demasiado duro Javier Ocaña en su crítica (El País, 7 de marzo). Es cierto que la película es irregular, que la primera parte donde se narra la cotidianeidad del amor tiene un difícil arranque, con alguna escena superflua: todo el traslado de las cosas del chico a la casa que va a compartir con su chica, desde la escena de la furgoneta y esa música pachanguera a esas lámparas que se rompen en el portal. Pero, a pesar de esas, creo, innecesarias partes "simpáticas", la película muy pronto enseña sus cartas: un amor que lo da todo, sin aspavientos, de verdad. La mujer que está dispuesta a hacerlo es frágil, pero resuelta.
A partir de la hospitalización del chico, la película encuentra el tono, porque es una película dramática, muy ambiciosa. Normalmente descubres que esos amores no pueden mantenerse, que volar tan algo no lo aguantan las personas con las que quieres compartir todo, ni tú mismo. La secuencia a plano fijo de los quirófanos es estupenda. A mi me pareció ver esos tonos verdes desvaídos, opacos, fríos, el pesimismo narrativo de Isabel Coixet.
¿Por qué ella da tanto para después no pedir nada? Ese es el misterio de está película, que muchas veces es el del amor cuando raya a estas alturas. Me gustaría pensar que a él ahora le corresponde recorrer el camino que antes ha recorrido ella y probar si todavía está en su corazón.
No está mal esta película y más siendo la primera y más tratando lo que trata, y está muy bien la chica, no me imagino otra figura ni otro rostro que el suyo haciendo ese papel.
Lo que opina Ana:
Una historia de sentimientos, de su evolución, de la generosidad extrema. No es fácil de contar y Roser Aguilar lo consigue, mantiene el pulso narrativo, hace crecer y da forma a una historia que podría habérsele escapado con facilidad. Marian Álvarez, la protagonista, la mantiene y la hace creíble.