viernes, 19 de mayo de 2017

Nagasaki, recuerdos de mi hijo. Dir. Yôji Yamada

Preestreno. Una película muy teatral, casi todo sucede en interiores. Se asemeja a un cuento sobre los efectos de la bomba atómica de Nagasaki en el ámbito concreto de una familia. El personaje central es la madre, muy bien interpretada por Sayuri Yoshinaga. Ha perdido a toda su familia, pero pasados tres años desde la masacre, recibe las visitas de su hijo pequeño, fallecido en aquel agosto de 1945. El hijo va recordando cosas de su vida de vivo y ello nos sirve para reconstruir aspectos de esa familia, de sus estudios, de sus amigos, de su novia sobre todo. Toda la película tiene un discurrir suave, dulce, aunque a veces es doloroso. Casi budista, aunque curiosamente la familia es cristiana. Una película recomendable, salvando que su final es un poco kitsch.
Lo que opina Ana:
Aprovechando los preestrenos de los martes del cine Conde Duque, rodeados  de muchas jubiladas (pronto estaremos en ese grupo), tuvimos la oportunidad de disfrutar de este cuento entrañable. Estábamos seguros de asistir a una sesión subtitulada, la película empezó doblada, no sabíamos qué hacer cuando ,de repente, se apagó y reinició en japonés, ¡vivan las voces originales de los actores! No hay color entre asistir a una película doblada y otra en la que puedes disfrutar de las tonalidades originales. Lo siento por la escuela de doblaje, son muy buenos, pero donde esté el original ¡qué se quite todo lo demás!

La película es una reflexión sobre la vejez, la vida en soledad, la muerte que merodea y la aceptación que cada uno hace de la realidad para poder sobrevivir. Te adentra en un hogar japonés castigado por la historia, en el que sólo queda una viuda que ha perdido a sus hijos, el mayor en la guerra de Birmania, el pequeño por la explosión de la bomba atómica mientras seguía sus clases de medicina en la universidad de Nagasaki.  Junto a la madre está siempre fiel la que debería haber sido su nuera si la bomba no hubiera destrozado sus vidas. Ha llegado el momento de rehacerlas, la madre buscará el reencuentro con los suyos y liberará a la joven de su dependencia filial. Todo ello presentado como un cuento en el que los vivos y los muertos se hablan de tú a tú, se aconsejan, y se buscan. Resultado de esta experiencia fue que esa noche soñé con mi madre, estaba ahí, en realidad nunca se había ido y nos cuidaba hasta hacerse presente. Me despertaron los martillazos en la casa de al lado, quitándome la oportunidad del que hubiera sido el abrazo más deseado de estos últimos 38 años.