domingo, 15 de junio de 2014

Stella Cadente. Dir. Luis Miñarro

Esta película cuando menos te deja sorprendido, y lo normal es que te parezca un divertimento, como el propio director la califica. El apartado histórico en cuanto a ambientación y vestimenta puede parecer apropiado, ahora el acercamiento al personajes de Amadeo es peculiar. No le deja salir de los interiores palaciegos, siempre en despachos, dormitorios, antesalas. Queda clara su lejanía de la situación real del país una vez llegado y muerto Prim; también que sus ideales de manual ilustrado no son más que una retahíla de proyectos que nadie se cree que va a realizar. 
La imagen exterior del palacio es un castillo poligonal y almenado. Una fortaleza como si fuera una isla (licencia del director porque este castillo ni siquiera está en España, está en Bari). El personal que le acompaña desde Italia, sólo un ayudante, aparte de su mujer, hace cosas raras con los melones, y el pobre Amadeo, tan abandonado, se realiza enseñando a leer a una cocinera, Lola Dueñas, que al final logra meterse en la cama del Saboya. Buenas composiciones en los encuadres, casi cuadros. Y la extravagancia de ver a Amadeo marcarse una canción en francés de François Hardy.
Para los alumnos, en conjunto nada de nada. Tal vez algún fragmento.
Lo que opina Ana:
Se trata de un divertimento preciosista que compone con la luz bonitos bodegones y cuadros costumbristas en foto fija, pero al que le falta la raíz del cine, la fuerza narrativa. Se descubren nuevos modos de tratar las frutas, en esto sí nos da lecciones, con pormenorizada óptica didáctica nos enseña a ver el melón desde otra perspectiva. Emilio pensaba que podría utilizarse en clase para presentar la etapa de Amadeo, pero erró totalmente en su vaticinio, en ese aspecto didáctico, falla por completo.