El que la haya ensalzado Tarantino ha dado vuelo a esta película israelí. Se trata de un thriller, con policías de muy poco fiar, un asesino de niñas al que nadie conoce pero todo el mundo sospecha de él y un padre al que han asesinado a su hija que se toma por su cuenta el asunto. Todo esto con negros toques de humor, bien contada, bien filmada, pero con un gran problema: que es un tema que no admite devaneos humorísticos. El final, que deja aclarado el enigma principal, te pone mal cuerpo, pero no por lo que ves solamente, sino porque el juego de intenciones y culpabilidades no está permitido en estos asuntos.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Estupendo arranque con una cámara que te
va envolviendo en la escena del horror,
dejándose arrastrar por un travelling veloz y una música amenazante, pura
imagen, sin necesidad de palabras se plantea el nudo de la acción. Los
directores comienzan a jugar contigo y a prometerte dosis de tensión, lo hacen
con gran habilidad, no te dan pistas sobre los personajes, van apareciendo con
sus perfiles muy definidos, el pusilánime con cara de no haber roto un plato en
su vida pero que, inexplicablemente, es el principal acusado de un crimen atroz;
el policía sin escrúpulos pero con un fino olfato para detectar el mal; el
padre psicópata envenenado por el odio y
el deseo de venganza. A partir de aquí, enormes dosis de violencia que ponen al
espectador en tensión, indefenso, incapaz de digerir lo que está viendo. Juegan
también con el humor, negro evidentemente, dosificando con él la tensión y
creando algunos momentos absurdos que trivializan el drama al que asistimos.
Esto es lo que no me gusta, me pone de muy mal humor, así como la moralina
final, ¿es que acaso puede llega a ser defendible el recurso a la violencia,
puede alguien merecerse este trato salvaje?