No es de extrañar la disparidad de críticas que ha tenido la película. Jordi Costa afirma que se trata de una obra mayor de "uno de los últimos poetas del cine"; Alberto Luchini que resulta demasiado solemne y profundamente aburrida.
Es una excentricidad desde luego, pero hecha con estilo. La tesis es que son los vampiros que han sobrevivido a los tiempos los que atesoran y valoran y respetan los avances que ha realizado la humanidad en las artes y las ciencias, mientras que los hombres (zombies los llaman) dilapidan esos conocimientos, los olvidan o simplemente los ignoran. Todo se completa con dos visiones sobre la vida, la de la mujer vampira, Eve (Tilda Swinton) que es positiva y armónica, y la del vampiro hombre, Adam, (Tom Hiddleston) que es lo contrario, negativa y depresiva.
Tiene algunas licencias histórico literarias, como dar por hecho que Christopher Marlowe, también vampiro, es el verdadero autor de las obras atribuidas a Shakespeare ("un ignorante"), y una parte un poco forzada que altera este universo particular, cerrado y decadente, la de la vampira "joven" y alocada, Ava, hermana de Eve, que introduce un poco de suspense y transgresión en la vida de esta pareja.
Queda dicho (y avisados).