domingo, 16 de junio de 2013

7 Cajas. Directores Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori

Esta película hecha a cuatro manos es una de las grandes sorpresas de la temporada, por ser paraguaya y por ser como es. Se han buscado filiaciones con Tarantino y los Coen, pero su universo en tan peculiar que la convierte en algo distinto. El espacio es una mercado, el conocido, por lo visto, Mercado 4 de Asunción. Por allí pululan todo tipo de personajes y mercancías en un laberinto que podría ser todo menos sofisticado, aunque se vendan móviles de precios inalcanzables y tecnología avanzada.
Un móvil es el desencadenante de este thriller, un móvil como objeto de representación, como objeto codiciado. Los personajes que aparecen, todos, desde los coreanos hasta una vendedora bombón, son genuinos. Es posible que nos perdamos parte de su ágil guión, igual que la cámara, porque allí se habla una mezcla de español y guaraní que necesita subtítulos. Humor, tensión, amor, persecuciones disparatadas, no con coches, con carros arcaicos para llevar mercancías. Original y peculiar. En Metrópolis le dieron 5 estrellas.
Lo que opina Ana:
Segunda película paraguaya que llega en estos últimos años a las salas madrileñas, mientras la primera “La hamaca paraguaya” vino precedida por tremendas alharacas de la crítica y a mí me pareció un tostón, sin ningún interés; 7 cajas  es en cambio todo lo contrario, una película con un ritmo frenético que se desarrolla entre los callejones y puestos del Mercado 4 de Asunción, utilizando unos medios muy reducidos y unos fabulosos actores noveles.

Un joven carretillero que sueña con salir en la televisión va a verse envuelto en una trama surrealista de asesinatos y matones chapuzas que recuerdan a los personajes de Mortadelo y Filemón. Persecuciones alocadas, historias de amor y un trasunto que se va desvelando para  dejar atados todos sus cabos, al tiempo que se contagia de un gusto por la sangre fácil  al estilo Tarantino. Sorprendente, especialmente por venir  de una cinematografía, la paraguaya, prácticamente inexistente.