El director dice que el final muestra una batalla perdida (siguiendo las historias de Carver) y Javier Ocaña que del final sales "con la satisfacción de tener el cuerpo más ancho que largo". Parecen contradictorias ambas conclusiones.
Es una historia bien contada de un padre que va a buscar a su hija, después de mucho tiempo de no verla, y eso y lo poco que hablan sobre el pasado es de sobra suficiente para saber que no ha sido una bendición.
Comienza un viaje, pero sin prisa, saboreando encuentros y casualidades. En estas circunstancias aparecen los personajes secundarios, actores no profesionales, como el manager de boxeo femenino, otro perdedor si atendemos los comentarios del propio Sorín. Ya en el destino, Puerto Deseado, empieza la búsqueda de la hija, que es rápida, a pesar del mucho tiempo pasado, pero no fácil. Allí desarrolla el protagonista la afición que en teoría motiva el viaje, la pesca del tiburón, y con ella aparecen otros secundarios peculiares, como el patrón de pesca y su ayudante. La Patagonia se impone, más por la sensación del viento que nos trasmite algo inhóspito a lo que hace falta acostumbrarse.
Película aparentemente sencilla en su trama, pero no tonta. La ligereza no significa simpleza y ese es su gran mérito.
El español que hablan por esas latitudes a veces no se entiende bien, será el viento que hace que hablen más deprisa y como siseando.
Lo que opina Ana:
Tras la excepcional "La ventana", se vuelve a estrenar en Madrid una película de Carlos Sorín. El director indaga otra vez sobre las relaciones humanas, va abriendo un relato a través de silencios que nos llevan a componer una historia que desconocemos, perfila casi sin palabras un mundo de desencuentros, soledades y esperanzas. Hay escenas de profunda tristeza, muy melancólicas, capaces de ponerte un nudo en la garganta, como cuando se arranca a cantar el protagonista en la casa de su hija, evocando un pasado que se añora y al que no se puede regresar, y aquella otra en la que la mujer boxeadora sale desfigurada del hospital tras haber sido brutalmente atizada por su contrincante. Historia dura que esconde otra que debió serlo aún más.
Lo que opina Ana:
Tras la excepcional "La ventana", se vuelve a estrenar en Madrid una película de Carlos Sorín. El director indaga otra vez sobre las relaciones humanas, va abriendo un relato a través de silencios que nos llevan a componer una historia que desconocemos, perfila casi sin palabras un mundo de desencuentros, soledades y esperanzas. Hay escenas de profunda tristeza, muy melancólicas, capaces de ponerte un nudo en la garganta, como cuando se arranca a cantar el protagonista en la casa de su hija, evocando un pasado que se añora y al que no se puede regresar, y aquella otra en la que la mujer boxeadora sale desfigurada del hospital tras haber sido brutalmente atizada por su contrincante. Historia dura que esconde otra que debió serlo aún más.