viernes, 8 de marzo de 2013

Blue Valentine. Dir. Derek Cianfrance

Película áspera, difícil que, como dicen algunos críticos, que en general la han valorado bien- 4 estrellas en Metrópolis-, se convierta en una película de culto, porque como bien escribe Jordi Costa, es siempre más rentable narrar la construcción del amor que su disolución. Ha tardado dos años en ser estrenada en España.
Tal vez sí sea una película de referencia por el esfuerzo interpretativo de los dos protagonistas, Michelle Williams y Ryan Gosling, y por la forma que el director llevó adelante su proyecto, primero lo tuvo que aparcar siete años por falta de financiación y luego, ya en el rodaje, obligó a los actores a comportarse en su vida real como en los papeles que tenían que interpretar, con sus mismas profesiones, sueldos y formas de vida.
El montaje también es especial, hace que veamos la historia de esta pareja en dos realidades contrastadas, en los tiempos del amor dulce y compartido y en los más duros de la incomunicación y el conflicto, ya con una hija. Ambas narraciones se van solapando hasta el plano final, constatación del fracaso. Sales con un sabor amargo, pensando que esa relación nació desigual y acabó igual que empezó, dando más el hombre y saliendo dañados los dos, pero siendo ella la que rompe la cuerda.
Lo que opina Ana:
Ésta es una historia de desamor, una historia de gente corriente, de sus relaciones. Los papeles masculinos son realmente aborrecibles, el padre, el novio, el médico con el que trabaja la protagonista, sólo Dean, el antihéroe representado por Ryan Cosling, resulta atractivo, los demás reproducen un mundo de valores machistas que da miedo.
Dudo de si realmente Cindy (Michelle William) llegó alguna vez a enamorarse de Dean, o si simplemente aprovechó su amor ciego para escapar de una situación difícil. Por eso es él quien protagoniza  la historia de desamor, él que es quien realmente la ha amado y quien se siente abandonado.
El director consigue relatarnos esta historia triste midiendo muy bien los tiempos hasta recomponer todas las piezas necesarias para comprender lo ocurrido y para caracterizar a sus personajes. A los protagonistas les exige un gran esfuerzo físico, les obliga a engordar y parecer más viejos, todo en busca de un realismo que haga creíble cada minuto del metraje.