martes, 13 de marzo de 2012

La invención de Hugo. Dir. Martin Scorsese


Pues sí, merece la pena ver la Invención de Hugo y verla en 3D, a pesar del precio de las entradas. El imaginario mundo de Hugo Cabret y el real, sus sueños y sus sofocos, el casi irreal hábitat en el que se refugia, quedan mejor reflejados en este formato, parece así más misterioso y más complejo. Por otra parte, también le permite a Scorsese mostrar con delectación la vida variopinta y diversa que palpita en una estación de tren, tal vez los lugares más modernos y fascinantes de finales del siglo XIX y comienzos del XX. El cuento que nos quiere hacer ver el director se va desenvolviendo ante nuestros ojos, y en él entra el recuerdo agradecido y respetuoso al cine antiguo, al cine de los primitivos, de los creadores, al de George Méliès. No creo que se le pueda hacer un homenaje mayor. Tal vez el niño Asa Butterfield, Hugo, tenga pocos matices, pero ahí está su compañera de reparto, Choloë Grace Moretz (Isabelle, ¡quién la reconoce desde Kit-Kat!) y un estupendo conjunto de actores secundarios, que completan los personajes de este canto al cine y a la imaginación y que, como escribe David Bernal (ON Madrid) es una obra mucho más deslumbrante, compleja y profunda que la que se ha llevado los Oscar mejores.
Lo que opina Ana:
El 2011 fue un año dedicado a que el cine se autohomenajeara, buen propósito que dio sus frutos en los óscars; entre la vencedora ,"The artist" y "Hugo" hay una gran diferencia; en esta película se narra un bellísimo cuento, se crea una atmósfera, se consigue reflejar la magia del cine en cada secuencia, mientras que en "The artist" la reflexión es más superficial y se centra en la transformación que produce el paso del cine mudo al sonoro y cómo afecta a los actores.
Scorsesse se adentra en el 3D y lo hace con una maestría indiscutible, los primeros minutos son espectaculares, presentan un París invernal que nunca se detiene, es una máquina en continuo movimiento como los engranajes de un gigantesco reloj, partiendo de un plano general, nos lleva con un velocísimo travelling hacia un primerísmo plano centrado en la mirada de un niño, el que va a ser el protagonista de su historia. Ya ha arrancado la magia, el cine se ha vuelto a convertir en una fábrica de sueños y nosotros, desde la butaca, participamos en ellos.
Hay continuas referencias cinéfilas, desde "Tiempos modernos" a los homenajes a Keaton y evidentemente a Meliès, uno de los protagonistas del cuento. Hay además continuas refrencias literarias, los libros son también protagonistas, al tiempo que la historia es un homenaje a Dickens en el año de su centenario. La pega es que al niño protagonista le queda grande su papel, no tiene casi registros, mantiene la misma expresión anodina toda la película. Afortunadamente el resto del reparto sí matiza y actúa.