
El agonóstico Carlos Boyero salía conmocionado con la historia de estos religiosos cistercienses-trapenses. Otros críticos han mencionado como un lastre la lentitutd de la película; para mi el problema está fundamentalmente en el efecto sobrecargado de la puesta en escena, que busca muchas veces lo barroco frente a la sencillez: las luces, la disposición de los monjes en las oraciones y llega a su cénit en esa cena final, con música de"El lago de los cisnes". En la hoja informativa, Juan Zapater escribe que el director se ha fijado para componerla en Caravaggio y Bernini; yo hubiera preferido que fuese Zurbarán el modelo, más seco, más distante, más espiritual. Creo que es cuestión de tono, "El gran silencio" lo tenía, esta película va por otro lado.
Lo que opina Ana:
Relata la película el martirio que sufrió en 1996 una comunidad benedictina de monjes franceses asentados en el Atlas argelino y lo hace con ritmo monástico, entre el ora et labora de sus monjes.
El director los va presentando como gentes de paz que conviven amistosamente entre sus vecinos, con tolerancia, haciendo el bien.
La sinrazón llega con el terrorismo, ellos van a ser otra más de sus víctimas, sin que quede claro en la película quién pudo estar realmente detrás de la masacre, quién fue la mano asesina. Se expresa que fueron las clases populares las primeras en sufrir este azote, oprimidas entre la fiereza de un régimen autoritario y los desmanes de los grupos de exaltados. La comunidad de religiosos decide permanecer junto a los olvidados, no abandonarlos, sabiendo que con esa decisión se encomiendan al designio divino. Nos hacen partícipes de sus sentimientos, de su disciplina, de su acción democrática. El momento cumbre se alcanza en el refectorio, cuando el director los retrata e individualiza en el momento en que se preparan para asumir el martirio, si es que es eso lo que al final tiene que pasar.
La película se ve bien pero sin llegar a emocionar profundamente, hay una distancia ascética que aminora los sentimientos. El director elige ese tono distante y decide ni desarrollar, ni indagar en la realidad política existente fuera de los muros del convento.
Lo que opina Ana:
Relata la película el martirio que sufrió en 1996 una comunidad benedictina de monjes franceses asentados en el Atlas argelino y lo hace con ritmo monástico, entre el ora et labora de sus monjes.
El director los va presentando como gentes de paz que conviven amistosamente entre sus vecinos, con tolerancia, haciendo el bien.
La sinrazón llega con el terrorismo, ellos van a ser otra más de sus víctimas, sin que quede claro en la película quién pudo estar realmente detrás de la masacre, quién fue la mano asesina. Se expresa que fueron las clases populares las primeras en sufrir este azote, oprimidas entre la fiereza de un régimen autoritario y los desmanes de los grupos de exaltados. La comunidad de religiosos decide permanecer junto a los olvidados, no abandonarlos, sabiendo que con esa decisión se encomiendan al designio divino. Nos hacen partícipes de sus sentimientos, de su disciplina, de su acción democrática. El momento cumbre se alcanza en el refectorio, cuando el director los retrata e individualiza en el momento en que se preparan para asumir el martirio, si es que es eso lo que al final tiene que pasar.
La película se ve bien pero sin llegar a emocionar profundamente, hay una distancia ascética que aminora los sentimientos. El director elige ese tono distante y decide ni desarrollar, ni indagar en la realidad política existente fuera de los muros del convento.