
Se quejaba Clint Eastwood de lo carísimo que es utilizar efectos especiales, y, sin embargo, en esta película es lo que más destaca, el impresionante arranque filmando el tsunami que arrasa la playa, los bañistas y todo cuanto encuentra a su paso. La secuencia está estupendamente narrada: primero, como debe ser, desde arriba, luego al pie de la calle y después bajo el agua. Grande, para utilizr en foros y clases.
Pasado esto, las tres historias que cuenta, al modo Iñárritu, son desiguales. La mejor es la de los hermanos gemelos, pero todo tiende al pastelón, y la música, que el mismo Eastwood ha compuesto, ayuda mucho a este sabor dulzón. Le falta ese toque ambiguo y distante de gran maestro, como muy bien apunta Yago García en On Madrid.
Lo que opina Ana:
Tres historias que acaban confluyendo gracias al encaje de bolillos del final.
Sin duda, lo mejor de la película es su comienzo, la filmación de la demoledora ola del tsunami en Indonesia, son unos minutos de angustia en los que el espectador vive en primera persona la recreación de la tragedia; ya nada alcanzará la misma fuerza en lo queda de película. Además de esta magnífica secuencia, me emocionó la historia londinense de unos gemelos de familia desestructurada unidos más allá de la muerte.
Son historias independientes que van creciendo a fuerza de saltar de una a otra. Sentada en la butaca sabes que los relatos van a confluir, es previsible, pero para mí habría sido mejor haberlos mantenido distanciados y no cerrarlos con un happy end un tanto bobalicón.
Todas las conexiones con el más allá, las elucubraciones sobre la vida después de la muerte, resultan simples y, cinematográficamente hablando, se resuelven con muchas más sombras que luces.
Lo que opina Ana:
Tres historias que acaban confluyendo gracias al encaje de bolillos del final.
Sin duda, lo mejor de la película es su comienzo, la filmación de la demoledora ola del tsunami en Indonesia, son unos minutos de angustia en los que el espectador vive en primera persona la recreación de la tragedia; ya nada alcanzará la misma fuerza en lo queda de película. Además de esta magnífica secuencia, me emocionó la historia londinense de unos gemelos de familia desestructurada unidos más allá de la muerte.
Son historias independientes que van creciendo a fuerza de saltar de una a otra. Sentada en la butaca sabes que los relatos van a confluir, es previsible, pero para mí habría sido mejor haberlos mantenido distanciados y no cerrarlos con un happy end un tanto bobalicón.
Todas las conexiones con el más allá, las elucubraciones sobre la vida después de la muerte, resultan simples y, cinematográficamente hablando, se resuelven con muchas más sombras que luces.