lunes, 15 de febrero de 2010

La cinta blanca. Director Michael Haneke


Miedo me da Haneke. Me suscitó tanta rabia "Funny games" por el abuso que hacía de los espectadores, que voy precavido a ver sus películas. Pero esta es una narración que permanece en los términos clásicos, espectadores a un lado, actores al otro. Elvira Lindo opina que es una de las películas que se empiezan a digerir al día siguiente, y yo añado que al otro y después. Toda la crítica la ha alabado. Está encabezando las listas de las mejores películas. Para M. R. Rivero es la primera obra maestra del siglo XXI. ¿Será demasiado? Es, desde luego, un perfecto ejemplo de adaptación de un magnífico guión a unas imágenes que nunca son de elegría y gozo, incluso cuando el esplendor de la primavera llega a los campos y el blanco y negro se llena de luz. Siempre hay algo que pone un toque de intranquilidad. Algo pesa sobre el pueblo y sus habitantes. La escena en la que Haneke se permite esbozarnos una respuesta a los hechos que nos narra el maestro es la del pájaro del pastor protestante sobre la mesa. Ahí no hay dudas sobre la venganza y la maldad. ¿A dónde condujo esto? ¿Fue el fascismo la culminación? No lo sé. Creo que lo que vemos es la expresión de un mundo de violencia y odios soterrados, de abusos deshonestos, cometidos sin perder la honra y el honor. Pocas veces un grupo de niños, chicos y chicas han actuado tan dentro de su personaje.
Lo que opina Ana:
Inquietante, bella en sus frías imágenes en blanco y negro que recrean una atmósfera rural cargada de tensiones entre amos y siervos, entre padres severos e hijos sometidos, entre hombres dominantes y mujeres humilladas, no hay calor, parece siempre invierno. Se respira tensión desde que comienza la crónica de unos terribles sucesos que nunca van a quedar explicados, pues al final no se despejan las dudas y nos toca a cada uno de nosotros la interpretación de lo que ha ocurrido, de lo que nos han estado narrando.
Y entra tanta intriga, en medio de una visión del hombre como una fiera, donde los niños educados en una atmósfera represora son los mejores aprendices del mal, encuentras bellísimas tomas de paisajes helados y alguna sonrisa inocente que te congratula con el género humano aunque siempre acaba aflorando la maldad.
No podía dejar de recordar a Bergman con su visión represora de la figura paterna y por el ritmo de la película, una gran película.