Recuerdo otra película suya "Cien años de perdón" (2016) por el ritmo y la tensión que imprimía a la historia que contaba, en ese caso un atraco a un banco. Aquí es un universo parecido, atracadaores. Con el añadido nada despreciable de destapar (a medias)las conexiones del hampa con el poder policial, y lo cuenta con ese estilo trepidante, regulando muy bien los tiempos y los momentos climax. Otra cosa es que te interesen los personajes y sus vidas, que no es mi caso. Casi ninguno te resulta cercano, te suscita empatía. La filosofía que transmiten los protagonistas masculinos es un tanto ramplona: llegar lo antes posible a ser rico y poderoso desde los barrios pobres desde los que viven. Ángel (Migue Herrán) mira los rascacielos de Chamartín desde un descampado que podría ser de la Cañada Real, y se fija un objetivo, llegar allí. Los personajes femeninos tienen otro carisma, demasiado supeditado a los machos alfa. La crítica ha alabado mucho la actuación de Carolina Yuste (Estrella), pero todos los actores están entregados, incluso el rapero Ayax.
Piensas que el lenguaje rudo, grosero, chabacano es un requisito para caracterizar más el ambiente de este mundo, pero que realment no se habla así, y la realidad desmiente tu parecer. Paseando una perra por los alrededores del Templo de Debod, había un grupo de jardineros descansando, uno de ellos al verla comento, "mira es un perro "comechochos". Ese es el lenguaje de la película durante bastantes secuencias, y existe.
En fin, una película entretenida hecha por un director con mucho oficio.
