Cuento en imágenes, surrealista y
real. Mongolia es una tierra especial con unas normas de vida que continúan
siendo fuente de estudio antropológico para quien se adentre en sus olvidadas
estepas; eso parece que le ocurrió al director chino Quan’An Wang, quien se vio
superado por la realidad a la hora de filmar su película. Actores amateurs para
contar una historia que tiene momentos de gran cine, sólo por ver el arranque
de la historia, la escena de la autopsia que da un salto a un plano abierto de
la estepa, la noche en que la pastora y el joven policía velan el cadáver,
refugiados tras el caluroso camello, o la escena de sexo más psicodélica que
haya podido jamás filmarse, vale la pena pagar la entrada y disfrutar de esta
extraña película, semidocumental.