Es la película más interesante de la cartelera, después de la de Pixar y la de Amy.
Es una elegía del modo de vida de los gitanos centro europeos, polacos. Tomando como personaje a la poetisa Papusza (Bronislawa Wajs), vemos su nomadismo perpetuo, sus relaciones y costumbres, ritos y festejos. También las persecuciones sufridas durante la ocupación nazi, y el asentamiento definitivo en los años cincuenta bajo el comunismo. La historia es triste porque Papusza es la víctima, por romper el secreto de las leyes gitanas y atreverse, siendo mujer, a saber leer, escribir y versificar su mundo. Pero lo más sobresaliente con diferencia es el aspecto estético. Riguroso blanco y negro, bellísimas imágenes; luces y planos de una exigencia compositiva mayor. Por eso la han comparado con otra película polaca, Ida. Pero sólo en eso, Ida tiene mayor rango y calidad narrativa.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Nos llega de Polonia otra joya en
blanco y negro, una historia en la que brilla la fotografía como pieza clave de
lo que nos van a contar. La película sigue un ritmo narrativo que va dando
saltos del presente al pasado y que acaba hilvanando la biografía de una mujer
nacida para hacer algo grande, una niña gitana a la que su madre quiso llamar
“muñeca” pues eso es lo que significa su nombre Papusza. Yo tenía la sensación
de estar viendo un western, siguiendo los pasos de los carromatos por las
praderas americanas, pero se trataba de otra realidad nómada, la de los gitanos
polacos a lo largo del siglo XX, hasta que el estado socialista detuvo su
marcha y los realojó en penosas condiciones rompiendo sus tradiciones de
músicos errantes y de pobladores de los bosques. Aunque el guión no es
perfecto, sí lo es toda la parte plástica, es un deleite mirar cada una de las
imágenes de esta historia.