viernes, 20 de febrero de 2015

Red Army. Dir. Gabe Polsky

Documental muy valorado (Carlos Boyero; cuatro estrellas en Metrópoli). Se basa en el testimonio de Slava Fetisov, capitán del equipo de hockey de la URSS  durante el final del estalinismo hasta los años ochenta.
Da gusto ver cómo juega el equipo, puro arte, imaginación y movimiento. Todo conseguido con un entrenamiento muy exigente, pero respetando al jugador. A tal equipo corresponde un entrenador único, Tarasov, que buscaba ayuda en el ajedrez y en el ballet. Cuando es relevado por otro, Victor Tikonov, además del KGB, más duro e inflexible, comienza el distanciamiento con el equipo.
La parte política en el documental es tan importante o más que la deportiva. Estos jugadores representan al comunismo, y sus victorias contra equipos canadienses y estadounidenses son contra el capitalismo. Los jugadores son tratados como máquinas. El régimen lo exige todo.
Poco a poco según van pasando los minutos, lo que debería ser una alabanza a un equipo de ensueño, se convierte en una crítica al régimen comunista.
Una parte interesante es ver lo mal que lo pasaron estos campeones cuando fueron a jugar al hockey americano. Eran tratados como enemigos, como espías infiltrados. Además el tipo de juego no tenía nada que ver, más brusco, individual y agresivo.
Me queda la duda de saber qué opina el protagonista de Putín, que también fue del KGB, y para el que trabaja ahora como ministro de deportes. Pero en eso no entra, no quiere. Es más fácil criticar a un régimen fenecido.
Lo que opina Ana:
Documental  sobre el extraordinario equipo de hockey de la URSS conocido como Red Army, un icono de la vida soviética, estandarte del país, modelo a seguir, integrado por un conjunto de atletas/artistas que hicieron de ese deporte una exhibición de ballet. Habla de las penurias que tuvieron que pasar, de su vida espartana, de sus convicciones y su orgullo patriótico, de la fuerza del equipo y de cómo ese mundo se fue destruyendo al tiempo que caía la URSS.

Interesa hablar de los sentimientos, especialmente el hondo desclasamiento que sufrieron estos mitos al  desaparecer la URSS y quedarse desamparados, ofrecidos como deportistas de élite a los equipos estadounidenses, donde no acababan de encajar. El relato se centra en la figura de su capitán, hombre de firmes principios que al final regresó a la Rusia de Putin para ponerse al frente del Ministerio de Deportes. Es asombroso su parecido, ya mayor, con Felipe González. La película deja un poso amargo, como la propia historia de la Unión Soviética, fracasada en su intento de crear un estado comunista y enredada ahora en las manos de un nuevo tirano con ambiciones imperialistas, aunque de eso no se diga nada.