¿Pesa más el envoltorio que el contenido en las películas de Álex de la Iglesia? Desde luego es dueño absoluto de los recursos de puesta en escena y medios técnicos para montar grandes montajes, con muchos figurantes y vertiginosos movimientos de cámara.
El trasfondo de la guerra de sexos se hace más pesado cuando más explícito es, y resulta un complemento perfecto cuando se usa de forma cómica y grotesca en un marco general. Por eso la primera parte, la que transcurre hasta que llegan a Zugarramundi es más ligera, más dinámica, más entretenida; la de la brujería, baja su fuerza, a pasar de contar con las partes más espectaculares, las del aquelarre final de la cueva, porque no avanza y gira en torno a la esperada aparición de la diosa madre, la Gran Venus.
Los observadores finos como mi compañero Juanjo han visto las referencias visuales que hay, tanto a películas suyas (El día de la bestia), como a ajenas (El Señor de los Anillos).
Película entretenida, que busca atraer con algo más que recursos superficiales y manidos, arriesgando y manteniendo el espectáculo.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Delirante
comienzo con el atraco surrealista a un establecimiento de compra venta de oro
en la Puerta del Sol de Madrid, perpetrado por unos mimos vivientes llenos de
energía. Este ritmo trepidante se va apagando a medida que su huída les lleva
al encuentro con unas brujas modernas que siguen practicando aquelarres
milenarios en medio de las cuevas navarras de Zugarramundi. En esta segunda
parte se quiere mantener el ritmo a base de disparates que mezclan una
gigantesca diosa madre, devoradora de niños, como Saturno, inspirada en la
estatuilla de la Venus de Willendorf. Acabas diciendo, “se está pasando de la
raya, qué pena tanto desvarío” Como siempre, cuenta con una dirección de
actores modélica, sabe sacar lo mejor de cada uno de ellos, Mario Casas borda
su papel de tontito guaperas.