viernes, 29 de marzo de 2013

Días de pesca en Patagonia. Dir. Carlos Sorín

El director dice que el final muestra una batalla perdida (siguiendo las historias de Carver) y Javier Ocaña que del final sales "con la satisfacción de tener el cuerpo más ancho que largo". Parecen contradictorias ambas conclusiones.
Es una historia bien contada de un padre que va a buscar a su hija, después de mucho tiempo de no verla, y eso y lo poco que hablan sobre el pasado es de sobra suficiente para saber que no ha sido una bendición.
Comienza un viaje, pero sin prisa, saboreando encuentros y casualidades. En estas circunstancias aparecen los personajes secundarios, actores no profesionales, como el manager de boxeo femenino, otro perdedor si atendemos los comentarios del propio Sorín. Ya en el destino, Puerto Deseado, empieza la búsqueda de la hija, que es rápida, a pesar del mucho tiempo pasado, pero no fácil. Allí desarrolla el protagonista la afición que en teoría motiva el viaje, la pesca del tiburón, y con ella aparecen otros secundarios peculiares, como el patrón de pesca y su ayudante. La Patagonia se impone, más por la sensación del viento que nos trasmite algo inhóspito a lo que hace falta acostumbrarse.
Película aparentemente sencilla en su trama, pero no tonta. La ligereza no significa simpleza y ese es su gran mérito.
El español que hablan por esas latitudes a veces no se entiende bien, será el viento que hace que hablen más deprisa y como siseando.
Lo que opina Ana:
Tras la excepcional "La ventana", se vuelve a estrenar en Madrid una película de Carlos Sorín. El director indaga otra vez sobre las relaciones humanas, va abriendo un relato a través de silencios que nos llevan a componer una historia que desconocemos, perfila casi sin palabras un mundo de desencuentros, soledades y esperanzas. Hay escenas de profunda tristeza, muy melancólicas, capaces de ponerte un nudo en la garganta, como cuando se arranca a cantar el protagonista en la casa de su hija, evocando un pasado que se añora y al que no se puede regresar, y aquella otra en la que la mujer boxeadora sale desfigurada del hospital tras haber sido brutalmente atizada por su contrincante. Historia dura que esconde otra que debió serlo aún más.


viernes, 8 de marzo de 2013

Un asunto real. Dir. Nikolaj Arcel

Una película histórica danesa, rodada en Praga y Dresde y con numerosos escenarios reproducidos digitalmente.
Es correcta, bien ambientada, pero al mensaje histórico final: la lucha entre el oscurantismo del Antiguo Régimen y la Luces de la Ilustración en la Dinamarca de la 2ª mitad del siglo XVIII, le perjudica el trasunto amoroso y las bajezas de la gran política, aunque sea revolucionaria para su tiempo.
El amor adúltero entre la reina Matilde Carolina y Struensee, el médico personal del rey danés Christian VII,  desplaza el foco de la historia, la monopoliza, aunque no sea obsesiva su presencia. Y el personaje del médico, el motor de las reformas, más bien parece un novato al que el azar y las circunstancias han colocado en un puesto y en una situación que le supera. Es sintomático que su valoración tenga que hacerse postmortem, cuando se habla de la obra llevada a cabo por el rey sucesor, el hijo de Christian VII.
De todas maneras, se ve bien y es interesante descubrir esa parte de la Ilustración en un país lejano como Dinamarca.
Lo que opina Ana:
Cuidada ambientación para reproducir con exactitud la atmósfera cortesana danesa en los tiempos cercanos al estallido de la Revolución Francesa. Se narra una historia verdadera, desconocida para los que vivimos tan al sur, que nos lleva  a una Europa anclada en los privilegios, en la desigualdad y contra la que se levantan las voces de los intelectuales más preclaros, quienes acabarán por incendiar la llama revolucionaria en un mundo en plena transformación. Película, pues, de género, bien documentada, realista, que se convierte en un trampolín hacia el pasado, para observarlo con mirada atenta y crítica, al tiempo que para recrear una bella e imposible historia de amor.

Blue Valentine. Dir. Derek Cianfrance

Película áspera, difícil que, como dicen algunos críticos, que en general la han valorado bien- 4 estrellas en Metrópolis-, se convierta en una película de culto, porque como bien escribe Jordi Costa, es siempre más rentable narrar la construcción del amor que su disolución. Ha tardado dos años en ser estrenada en España.
Tal vez sí sea una película de referencia por el esfuerzo interpretativo de los dos protagonistas, Michelle Williams y Ryan Gosling, y por la forma que el director llevó adelante su proyecto, primero lo tuvo que aparcar siete años por falta de financiación y luego, ya en el rodaje, obligó a los actores a comportarse en su vida real como en los papeles que tenían que interpretar, con sus mismas profesiones, sueldos y formas de vida.
El montaje también es especial, hace que veamos la historia de esta pareja en dos realidades contrastadas, en los tiempos del amor dulce y compartido y en los más duros de la incomunicación y el conflicto, ya con una hija. Ambas narraciones se van solapando hasta el plano final, constatación del fracaso. Sales con un sabor amargo, pensando que esa relación nació desigual y acabó igual que empezó, dando más el hombre y saliendo dañados los dos, pero siendo ella la que rompe la cuerda.
Lo que opina Ana:
Ésta es una historia de desamor, una historia de gente corriente, de sus relaciones. Los papeles masculinos son realmente aborrecibles, el padre, el novio, el médico con el que trabaja la protagonista, sólo Dean, el antihéroe representado por Ryan Cosling, resulta atractivo, los demás reproducen un mundo de valores machistas que da miedo.
Dudo de si realmente Cindy (Michelle William) llegó alguna vez a enamorarse de Dean, o si simplemente aprovechó su amor ciego para escapar de una situación difícil. Por eso es él quien protagoniza  la historia de desamor, él que es quien realmente la ha amado y quien se siente abandonado.
El director consigue relatarnos esta historia triste midiendo muy bien los tiempos hasta recomponer todas las piezas necesarias para comprender lo ocurrido y para caracterizar a sus personajes. A los protagonistas les exige un gran esfuerzo físico, les obliga a engordar y parecer más viejos, todo en busca de un realismo que haga creíble cada minuto del metraje.

Siete Psicópatas. Dir. Martin Mcdonagh

Se hace difícil explicar cómo para una película como esta se puede encontrar financiación y actores tan conocidos como Colin Farrel, Woody Harrelson, San Rockwell. Al salir del cine me parecía una tontería (Ana era más considerada) y ahora me sigue pareciendo igual, tanto que es complicado hacer una sinopsis. Entiendo que en Metrópolis la califiquen directamente como "mala". Jordi Costa se refiere a cosas un tanto vagas "dolor existencial, melancolía, crepúsculo de géneros que se mezclan con eficaz armonía", que te dejan con cara de bobo.
Fui a verla por el buen recuerdo que tengo de "Escondidos en Brujas" (2008), del mismo director. Ahora de esta historia me quedo como mucho con la del cuáquero, pero en la narración original del primer cuáquero. Perdonen la confusión, así es la película. ¡Ah! me gusto la banda original.
Lo que opina Ana:
Lejos queda de su brillante ópera prima "Escondidos en Brujas", aquí Martin McDonagh se monta una película pretendidamente graciosa de la que sólo salvo la historia del cuáquero. Totalmente prescindible.