
Es una película recomendable, mantiene el tono y las dos historias que cuenta se van enlazando con sabiduría, impulsándose una a la otra, alternando distintos lenguajes narrativos: la voz en off del protagonista, con el presente o el pasado dialogado; emplea un difícil y brillante uso del flash-back y tiene una voluntad de fondo de admitir las diferencias, las peculiaridades. Seguramente la historia con más fuste sea la de la familia de Oliver (Ewan McGregor), con la figura estelar de su padre, Hal (Christopher Plummer), un esposo que, muerta su mujer, se declara confeso y convicto homosexual. La otra historia queda en un lugar secundario; es bonita, tal vez le falte algo de pasión, pero tiene momentos buenos como el de la fiesta de disfraces. Me refiero a la del romance de Oliver con Anna (Mélanie Laurent). En definitiva, esta película debería tener una buena acogida, a pesar de la mala fecha del estreno.